El instituto Tavistock

En su obra más ambiciosa y reveladora desde La verdadera historia del Club Bilderberg, Daniel Estulin nos descubre el Instituto Tavistock, un organismo real situado en Essex, Inglaterra. Considerado el máximo centro mundial de control mental, fue creado durante la Segunda Guerra Mundial bajo los auspicios de la familia Rockefeller con el fin de controlar el destino de todo el planeta y cambiar el paradigma de la sociedad contemporánea.

“Todo lo que ha habido desde la Nueva Izquierda hasta el Watergate, Vietnam, los Papeles del Pentágono, el movimiento hippie, el movimiento contra la guerra y la contracultura de las drogas y el rock, han sido proyectos de ingeniería social planificados de antemano”, asegura Estulin.

Sociólogos, psicólogos, psiquiatras, antropólogos e intelectuales trabajan intensamente desde hace décadas para someter a la población mundial a los intereses de una élite integrada por poderosos miembros de la oligarquía. John Rawling Rees, maestro de la guerra psicológica, Kurt Lewin, padre de la dinámica de grupos, y Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz, fueron algunos de los ideólogos que a mediados del siglo XX dieron forma a las técnicas de manipulación psicológica de Tavistock. En los albores de esta conspiración tampoco faltaron destacados científicos nazis que compartieron con Tavistock las estrategias de control mental que habían desarrollado durante el régimen hitleriano.

Pero el libro de Estulin no se limita a mostrarnos el alcance de las estrategias de ingeniería social que se trazan desde Essex. También nos da ejemplos concretos y nos enseña cómo combatir su influencia. Las drogas y la música han sido, desde los rituales primitivos, los métodos más efectivos para aturdir a la población y hacerla obedecer los designios de los poderosos. Según Estulin, el Festival de Woodstock fue una gigantesca operación de control mental orquestada por Tavistock y el FBI. Medio millón de jóvenes consumió durante tres días sustancias alucinógenas cuidadosamente escogidas por los científicos de Essex y escuchó sin descanso canciones cargadas de mensajes subliminales. El resultado: toda una generación de norteamericanos dispuesta a dejarse conducir dócilmente según los intereses de una élite de multimillonarios durante el resto de sus vidas.

La música actual tampoco escapa del agudo análisis de Estulin. El autor analiza a estrellas como Rihanna, Eminem, Britney Spears, Prodigy, Lady Gaga o Fatboy Slim para poner en relieve la abundancia de mensajes subliminales en sus discos. La silueta del diablo, la imagen masónica del tablero de ajedrez y la figura de la mariposa (en alusión al programa Monarch de control mental) se repiten una y otra vez en los videoclips, mientras que las letras de las canciones repiten incesantemente consignas secretas. Además. Estulin explica cómo Tavistock ha favorecido el auge de géneros musicales como el rap (repetitivo y fácil de asimilar) en detrimento de otros más artísticos y difíciles de controlar como la música clásica o el jazz.

La industria del cine y la televisión (con especial atención a “perversos” productos infantiles como Barrio Sésamo o el Club Disney) merece un capítulo aparte en El Instituto Tavistock.

Fuentes:

http://www.thecult.es/Libros/el-instituto-tavistock-de-daniel-estulin.html

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