La bancarrota de la concepción idealista de la historia

16 de septiembre de 1949

Agradecimiento le deben los chinos a Acheson, vocero de la burguesía norteamericana, no sólo porque ha confesado en forma explícita que los EE.UU. proporcionaron el dinero y las armas, y Chiang Kai-shek los hombres para luchar por los EE.UU. y hacer una carnicería con el pueblo chino, confesión que ha dado a los progresistas de China pruebas con las cuales convencer a los elementos atrasados. Miren ustedes, ¿no ha confesado el mismo Acheson que la gigantesca y sanguinaria guerra de los últimos años, que costó la vida a millones de chinos, fue sistemáticamente organizada por el imperialismo de los EE.UU.? Agradecimiento le deben los chinos no sólo, además, porque ha declarado abiertamente que los EE.UU. intentan reclutar a «individualistas democráticos» de China para organizar una quinta columna norteamericana y derrocar al Gobierno Popular dirigido por el Partido Comunista de China, lo que ha alertado tanto a los chinos, especialmente a aquellos teñidos de liberalismo, que se prometen mutuamente no dejarse engañar por los norteamericanos y están todos en guardia contra las solapadas intrigas del imperialismo norteamericano. Agradecimiento le deben los chinos también porque ha fabricado disparatadas leyendas acerca de la historia moderna de China; su concepción de la historia es precisamente la que comparte un sector de los intelectuales chinos, es decir, la concepción idealista burguesa de la historia. Por lo tanto, una refutación a Acheson puede beneficiar a muchos chinos, ampliándoles sus horizontes. El beneficio puede ser todavía mayor para aquellos cuya concepción es igual, o en ciertos aspectos igual, a la de Acheson.

¿Cuáles son, pues, las disparatadas invenciones de Acheson acerca de la historia moderna de China? Trata, ante todo, de explicar el surgimiento de la revolución china en función de las condiciones económicas e ideológicas del país. Al respecto ha relatado muchos mitos.

Acheson dice:

«La población de China se duplicó durante los siglos XVIII y XIX, creando con ello una presión insoportable sobre la tierra. El primer problema que cada gobierno chino ha tenido que enfrentar es alimentar a esta población. Hasta el momento ningún gobierno ha tenido éxito. El Kuomintang intentó solucionarlo estampando en los códigos muchas leyes de reforma agraria. Algunas de estas leyes han fracasado, otras han sido pasadas por alto. En no escasa medida, el apuro en que hoy se encuentra el Gobierno Nacional se debe a que no ha logrado proveer a China de lo suficiente para comer. Gran parte de la propaganda de los comunistas chinos consiste en las promesas de que ellos resolverán el problema agrario.»

Para los chinos que no ven con claridad la esencia del asunto, lo anterior parece admisible. Demasiadas bocas, alimentos insuficientes; de ahí la revolución. El Kuomintang no logró resolver este problema, y es poco probable que el Partido Comunista pueda resolverlo. «Hasta el momento ningún gobierno ha tenido éxito.»

¿Surgen las revoluciones a causa de la superpoblación? Ha habido muchas revoluciones, en los tiempos antiguos y modernos, en China y en el extranjero; ¿Se debieron todas a la superpoblación? ¿Se debieron también a la superpoblación las numerosas revoluciones chinas surgidas en los últimos milenios? ¿Se debió también a la superpoblación la revolución norteamericana contra Inglaterra[1] de hace 174 años? El conocimiento de la historia que tiene Acheson es nulo. Ni siquiera ha leído la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos. Washington, Jefferson y otros hicieron la revolución contra Inglaterra porque los ingleses oprimían y explotaban a los norteamericanos, y no debido a una superpoblación de los EE.UU. Cada vez que el pueblo chino derrocó una dinastía feudal, fue porque esa dinastía oprimía y explotaba al pueblo, y no porque el país estuviera superpoblado. Los rusos hicieron la Revolución de Febrero y la Revolución de Octubre debido a la opresión y explotación del zar y de la burguesía rusa, y no a una superpoblación, ya que hasta el día de hoy Rusia posee mucho más tierras de las que necesita su población. En Mongolia, donde la tierra es tan vasta y la población tan escasa, una revolución sería inconcebible según el razonamiento de Acheson; sin embargo, allí tuvo lugar la revolución hace ya mucho tiempo[2].

Según Acheson, China no tiene ninguna salida. Una población de 475 millones constituye una «presión insoportable» y, con revolución o sin revolución, el caso no tiene remedio. Acheson cifra una gran esperanza en esto, esperanza que, aunque no la ha hecho pública, ha sido revelada a menudo por muchos periodistas norteamericanos cuando alegan que el Partido Comunista de China no logrará resolver los problemas económicos, que China permanecerá en un perpetuo caos y que su única salida es vivir de la harina norteamericana, es decir, convertirse en colonia de los EE.UU.

¿Por qué la Revolución de 1911 no tuvo éxito y por qué no resolvió el problema de alimentar a la población? Porque derrocó únicamente la dinastía Ching, pero no puso fin a la opresión y la explotación del imperialismo y del feudalismo.

¿Por qué la Expedición al Norte de 1926 a 1927 no tuvo éxito y por qué no resolvió el problema de alimentar a la población? Porque Chiang Kai-shek traicionó a la revolución, se entregó al imperialismo y se convirtió en el cabecilla de la contrarrevolución que oprimía y explotaba a los chinos.

¿Es cierto que «hasta el momento ningún gobierno ha tenido éxito»? En las regiones liberadas antiguas del Noroeste, Norte, Nordeste y Este de China, en donde ya se ha resuelto el problema agrario, ¿acaso existe todavía el problema de «alimentar a la población», del cual habla Acheson? Los EE.UU. mantienen en China no pocos espías u «observadores»; ¿por qué no han averiguado ni siquiera este hecho? En lugares como Shanghai, el problema del desempleo, es decir, el de alimentar a la población, surgió únicamente debido a la cruel y despiadada opresión y explotación del imperialismo, el feudalismo, el capitalismo burocrático y el reaccionario gobierno del Kuomintang. Bajo el Gobierno Popular, bastarán sólo unos pocos años para que este problema del desempleo, es decir, el de alimentar a la población, sea resuelto en forma tan completa como lo ha sido en el Norte, Nordeste y otras partes del país.

Es algo muy bueno que China tenga una numerosa población. Aunque ésta se multiplique muchas veces, China es enteramente capaz de encontrar una solución; la solución es la producción. El absurdo argumento de economistas burgueses occidentales como Malthus[3] de que la producción alimenticia no puede aumentar al mismo ritmo que la población, no sólo fue totalmente refutado, en teoría, por los marxistas hace mucho tiempo, sino que ha sido completamente despedazado por la realidad en Rusia después de la revolución y en las regiones liberadas de China. Basándose en la verdad de que la revolución más la producción puede resolver el problema de alimentar a la población, el Comité Central del Partido Comunista de China ha dado a las organizaciones del Partido y a las unidades del Ejército Popular de Liberación en todo el país la orden de no destituir al antiguo personal del Kuomintang, sino mantener en función a todos los que tengan alguna capacidad y no sean reaccionarios confirmados o malhechores notorios. Donde las condiciones sean muy difíciles, la alimentación y la vivienda serán compartidas. Los que hayan sido destituidos y no tengan de qué vivir, serán reincorporados y se les asegurarán los medios de subsistencia. De acuerdo con el mismo principio, conservaremos a todos los soldados y oficiales del Kuomintang que se hayan insurreccionado y pasado a nuestro lado, o que hayan sido hechos prisioneros. A todos los reaccionarios, con excepción de los grandes culpables, se les dará la oportunidad de ganarse la vida, siempre que demuestren su arrepentimiento.

De todo lo que existe en el mundo, lo más precioso es el hombre. Bajo la dirección del Partido Comunista, mientras existan los hombres, se podrá realizar toda clase de milagros. Somos refutadores de la teoría contrarrevolucionaria de Acheson. Tenemos la convicción de que la revolución puede cambiarlo todo y que en un futuro próximo surgirá una nueva China con una numerosa población y una gran riqueza de productos, donde se vivirá en la abundancia y florecerá la cultura. Toda opinión pesimista carece absolutamente de fundamento.

«El impacto de Occidente» es la segunda razón que da Acheson para explicar por qué ocurrió la revolución china. Acheson dice:

«Durante más de tres mil años, los chinos desarrollaron una cultura y una civilización propias y elevadas, en gran medida al margen de influencias exteriores. Aun sometidos a conquistas militares, los chinos siempre lograron finalmente someter y absorber al invasor. Por tanto, fue natural que llegaran a considerarse el centro del mundo y la más alta expresión de la humanidad civilizada. Luego, a mediados del siglo XIX, la muralla del aislamiento chino, hasta entonces impenetrable, fue rota por Occidente. Estos forasteros trajeron consigo el espíritu emprendedor, el desarrollo sin paralelo de la técnica occidental y una cultura de alta categoría que no había acompañado a las anteriores incursiones extranjeras en China. En parte gracias a estas cualidades y en parte gracias a la decadencia de la dominación manchú, los occidentales, en vez de ser absorbidos por los chinos, introdujeron nuevas ideas que jugaron un papel importante al estimular la agitación y la inquietud.»

Para los chinos que no ven con claridad la esencia del asunto, lo que Acheson dice parece admisible: la introducción de nuevas ideas de Occidente en China dio origen a la revolución.

¿Contra quién se dirigió la revolución? Como era un hecho la «decadencia de la dominación manchú» y como el ataque se dirigía contra el punto débil, la revolución habría sido dirigida contra la dinastía Ching. Pero lo que Acheson dice al respecto no es justo. La Revolución de 1911 estuvo dirigida contra el imperialismo. Los chinos dirigieron la revolución contra la dinastía Ching porque ésta era lacayo del imperialismo. La resistencia a la agresión británica en la Guerra del Opio, la guerra contra la agresión de las fuerzas aliadas anglo-francesas, la guerra del Reino Celestial Taiping[4] contra la dinastía Ching, lacayo del imperialismo, la guerra contra la agresión francesa, la guerra contra la agresión japonesa y la guerra contra la agresión de las fuerzas aliadas de las ocho potencias: todas terminaron en el fracaso; entonces, estalló la Revolución de 1911 contra la dinastía Ching, lacayo del imperialismo. Esa es la historia moderna de China hasta 1911. ¿Qué es el «impacto de Occidente» de que habla Acheson? Es el esfuerzo de la burguesía occidental, como lo dijeron Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista (1848)[5], para transformar, mediante el terror, el mundo a su imagen y semejanza. En el proceso de este impacto o transformación, la burguesía occidental, que necesitaba compradores y sirvientes familiarizados con las costumbres occidentales, tuvo que permitir que países como China abrieran escuelas y enviaran estudiantes al extranjero; así «se introdujeron nuevas ideas» en China. Luego nacieron en países como el nuestro la burguesía nacional y el proletariado. Al mismo tiempo, el campesinado se arruinó, y esto dio origen a un inmenso semiproletariado. De ese modo, la burguesía occidental creó dos categorías de gentes en Oriente: una pequeña minoría, los sirvientes del imperialismo, y una mayoría que se opone al imperialismo, formada por la clase obrera, el campesinado, la pequeña burguesía urbana, la burguesía nacional y los intelectuales provenientes de dichas clases. Los que forman esta mayoría son todos sepultureros del imperialismo, creados por éste mismo, y la revolución dimana de ellos. No fue la llamada introducción de las ideas de Occidente la que provocó «la agitación y la inquietud», sino la agresión imperialista la que provocó la resistencia.

Durante un largo tiempo en el transcurso de este movimiento de resistencia, es decir, durante más de setenta años, desde la Guerra del Opio de 1840 hasta las vísperas del Movimiento del 4 de Mayo de 1919, los chinos no tenían ningún arma ideológica con que defenderse contra el imperialismo. Las armas ideológicas del viejo feudalismo ultraconservador fueron derrotadas, ya no pudieron resistir los golpes y se declararon en bancarrota. A falta de algo mejor; los chinos se vieron obligados a pertrecharse con armas ideológicas y fórmulas políticas como la teoría de la evolución; la teoría de los derechos naturales y la república burguesa, sacadas todas del arsenal del período revolucionario de la burguesía occidental, hogar nativo del imperialismo. Organizaron partidos políticos e hicieron revoluciones, creyendo que así podrían resistir a las potencias extranjeras y establecer una república. Sin embargo, estas armas ideológicas; al igual que las del feudalismo, resultaron muy débiles, y tuvieron a su vez que ceder, retirarse y declararse en bancarrota.

La revolución rusa de 1917 despertó a los chinos, que aprendieron algo nuevo, el marxismo-leninismo. En China nació el Partido Comunista, acontecimiento trascendental que hace época. Sun Yat-sen abogó también por «aprender de Rusia» y patrocinó la «alianza con Rusia y con el Partido Comunista». En una palabra, a partir de ese momento, China cambió de rumbo.

Como vocero de un gobierno imperialista, Acheson no quiere dejar escapar, naturalmente, ni una sola palabra sobre el imperialismo. Describe así la agresión imperialista: «Estos forasteros trajeron consigo el espíritu emprendedor. . .» «Espíritu emprendedor», ¡qué hermoso nombre! Después que aprendieron este «espíritu emprendedor», los chinos no lo aplicaron para emprender acciones en Inglaterra o en EE.UU., sino que sólo crearon «la agitación y la inquietud» dentro de China, es decir, hicieron revoluciones contra el imperialismo y sus lacayos. Pero desafortunadamente ni una sola vez tuvieron éxito; siempre fueron derrotados por los imperialistas, los inventores del «espíritu emprendedor». Los chinos, por lo tanto, miraron en otra dirección para aprender algo diferente y, cosa extraña, esto surtió efecto de inmediato.

El Partido Comunista de China «había sido organizado al comenzar la década del 20 bajo el impulso ideológico de la revolución rusa». Aquí Acheson tiene razón. Esta ideología no era sino el marxismo-leninismo. Esta ideología es inconmensurablemente superior a la burguesa occidental, que Acheson califica de «cultura de alta categoría que no había acompañado a las anteriores incursiones extranjeras en China». La evidente eficacia de esta ideología se prueba en que la cultura burguesa occidental, de la cual los Acheson pueden vanagloriarse como de una «cultura de alta categoría» en comparación con la vieja cultura feudal china, fue derrotada apenas chocó con la nueva cultura marxista-leninista, o sea, con la concepción científica del mundo y la teoría de la revolución social, que el pueblo chino había adquirido. En su primera batalla, esta nueva cultura científica y revolucionaria adquirida por el pueblo chino derrotó a los caudillos militares del Norte, lacayos del imperialismo; en la segunda, desbarató los intentos de Chiang Kai-shek, otro lacayo del imperialismo, de interceptar al Ejército Rojo de China durante su Gran Marcha de veinticinco mil li[6]; en la tercera, venció al imperialismo japonés y su lacayo Wang Ching-wei, y en la cuarta, puso finalmente término a la dominación en China de los EE.UU. y de todas las demás potencias imperialistas, así como a la dominación de sus lacayos, Chiang Kai-shek y todos los demás reaccionarios.

El marxismo-leninismo, una vez introducido en China, ha desempeñado un papel tan importante, porque las condiciones sociales de China lo requieren, porque se ha ligado con la práctica de la revolución popular china y porque el pueblo chino lo ha asimilado. Cualquier ideología – aun la mejor, aun el mismo marxismo-leninismo – resulta ineficaz a menos que esté ligada con las realidades objetivas, responda a las necesidades objetivamente existentes y haya sido asimilada por las masas populares. Somos materialistas históricos, contrarios al idealismo histórico.

Cosa muy rara, «la doctrina y la práctica soviéticas tuvieron cierto grado de efecto en el pensamiento y los principios del Dr. Sun Yat-sen, particularmente en lo que se refiere a la economía y a la organización del partido». ¿Cuál fue el efecto que produjo en el Dr. Sun Yat-sen la «cultura de alta categoría» de Occidente, de la cual los Acheson están tan orgullosos? Acheson no lo ha dicho. ¿Fue una casualidad que el Dr. Sun, quien consagró la mayor parte de su vida a buscar en la cultura burguesa occidental la verdad capaz de salvar el país, finalmente se desilusionara y pasara a «aprender de Rusia»? Obviamente no. Desde luego, no fue una casualidad que el Dr. Sun y el pueblo chino largo tiempo martirizado, al que él representaba, se enfurecieran ambos con el «impacto de Occidente» y resolvieran formar una «alianza con Rusia y con el Partido Comunista», a fin de dar una lucha a muerte contra el imperialismo y sus lacayos. Aquí Acheson no se atreve a decir que los soviéticos sean agresores imperialistas y que el Dr. Sun Yat-sen aprendiera de los agresores. Pues bien, si Sun Yat-sen podía aprender de los soviéticos y si éstos no son agresores imperialistas, ¿por qué los sucesores de Sun Yat-sen, los chinos que viven después de él, no pueden aprender de los soviéticos? ¿Por qué los chinos, exceptuado Sun Yat-sen, son descritos como «dominados por la Unión Soviética» y como «quinta columna del Comintern» y «lacayos del imperialismo rojo» por haber aprendido en el marxismo-leninismo la concepción científica del mundo y la teoría de la revolución social, por haberlas ligado con las características específicas de China, por haber iniciado la Guerra Popular de Liberación de China y la gran revolución popular y por fundar una república de dictadura democrática popular? ¿Existe en el mundo una lógica tan sublime como ésta?

Desde que aprendieron el marxismo-leninismo, los chinos se desembarazaron de su espíritu pasivo y tomaron la iniciativa. A partir de ese momento, debía terminar el período de la historia mundial moderna en el cual se despreciaba a los chinos y a su cultura. La grande y victoriosa Guerra Popular de Liberación y la gran revolución popular han rejuvenecido y rejuvenecen aún la gran cultura del pueblo chino. En su aspecto espiritual, esta cultura es ya más elevada que cualquiera otra del mundo capitalista. Tomemos como ejemplo a Acheson, Secretario de Estado de los EE.UU., y sus semejantes. El nivel de su comprensión de la China moderna y del mundo moderno es inferior al de un simple soldado del Ejército Popular de Liberación de China.

Llegado a este punto, Acheson, como un catedrático burgués que explica un texto tedioso, ha dejado entender que indaga las causas y efectos de los acontecimientos en China. La revolución ocurrió en China debido, primero, a la superpoblación y, segundo, al estímulo de las ideas de Occidente. Como se ve, parece un paladín de la teoría de la causalidad. Pero a continuación, desaparece hasta esta pizca de teoría de la causalidad, aburrida y falsificada, y uno se encuentra sólo con un montón de acontecimientos incomprensibles. De manera totalmente inexplicable, los chinos combatieron entre sí por el poder y el dinero, recelándose y odiándose mutuamente. Se produjo un incomprensible cambio en la correlación de las fuerzas morales entre las dos partes contendientes: el Kuomintang y el Partido Comunista; la moral de una parte se derrumbó bruscamente hasta bajo cero, mientras que la moral de la otra se elevó vertiginosamente hasta el rojo vivo. ¿Cuál fue la razón? Nadie lo sabe. Tal es la lógica inherente a la «cultura de alta categoría» de los EE.UU. que Dean Acheson representa.


NOTAS

[1] La revolución burguesa de 1775-1783 conocida como Guerra de la Independencia, en la que el pueblo norteamericano luchó contra la dominación colonial británica.

[2] En su lucha por la liberación, de 1921 a 1924, el pueblo mongol, bajo la dirección del Partido Revolucionario Popular de Mongolia, expulsó a las tropas bandidescas de la Guardia Blanca rusa y a las fuerzas armadas de los caudillos militares del Norte de China, apoyadas ambas por el imperialismo japonés, derrocó la dominación feudal mongola y fundó la República Popular de Mongolia.

[3] T. R. Malthus (1766-1834), clérigo anglicano y economista reaccionario. En sus Ensayos sobre el Principio de Población (1798), escribió que «la población no controlada. . . aumenta en progresión geométrica. . . (mientras que) los medios de subsistencia. . . no pueden aumentar sino en progresión aritmética». Basándose en esta hipótesis arbitraria, llegó a la conclusión de que toda la miseria y todos los males de la sociedad humana son fenómenos permanentes de la naturaleza. Según él, los únicos medios de resolver el problema de la miseria de los trabajadores serían acostar la duración de su vida, reducir la población o detener su crecimiento. Consideró el hambre, las pestes y la guerra como medios de reducir la población.

[4] La guerra del Reino Celestial Taiping fue una guerra revolucionaria campesina desarrollada, a mediados del siglo XIX, contra la dominación feudal y la opresión nacional de la dinastía Ching. Jung Siu-chüan, Yang Siu-ching y otros líderes de esta revolución realizaron en enero de 1851 un levantamiento en Kuangsí y proclamaron la fundación del Reino Celestial Taiping. En 1852 el ejército campesino avanzó desde Kuangsí hacia el Norte, cruzando Junán, Jupei, Chiangsí y Anjui, y en 1853 tomó Nankín. Parte de sus fuerzas continuaron luego el avance hacia el Norte, hasta llegar a los alrededores de Tientsín, una de las mayores ciudades en el Norte de China. El ejército Taiping, como no creó sólidas bases de apoyo en los lugares que ocupaba, y como su grupo dirigente, después de establecer la capital en Nankín, cometió muchos errores políticos y militares, no pudo resistir al ataque conjunto de las tropas contrarrevolucionarias del Gobierno de la dinastía Ching y de los agresores, Inglaterra, EE.UU. y Francia, y en 1864 fue derrotado.

[5] Véase Manifiesto del Partido Comunista, cap. I, «Burgueses y proletarios». La burguesía «obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza».

[6] En octubre de 1934, los I, III y V Ejércitos del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos de China (es decir, el Ejército del I Frente del Ejército Rojo, conocido también como el Ejército Rojo Central) partieron de Changting y Ningjua, en el Oeste de Fuchién, y de Yuichín, Yutu y otros lugares, en el Sur de Chiangsí, y comenzaron así un movimiento estratégico de gran envergadura. Cruzando las once provincias de Fuchién Chiangsí, Kuangtung, Junán, Kuangsí, Kuichou, Sechuán, Yunnán, Sikang, Kansú y Shensí, atravesando montañas coronadas de nieves eternas y estepas pantanosas donde apenas se encontraba huella del hombre, padeciendo penalidades incontables y frustrando los repetidos cercos, persecuciones, obstrucciones e intercepciones del enemigo, el Ejército Rojo recorrió en marcha ininterrumpida 25000 li (12.500 kilómetros) y llegó finalmente victorioso, en octubre de 1935, a la base revolucionaria del Norte de Shensí.

Fuentes:

http://pendientedemigracion.ucm.es/info/bas/utopia/html/oet4_70.htm

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