Aday Quesada
La crisis de vivienda en España no es, ni mucho menos, un fenómeno aislado, sino una expresión de las contradicciones inherentes al mismo sistema capitalista, en el que la vivienda de un derecho humano esencial ha pasado a ser convertido en una mercancía sujeta a la especulación y las brutales dinámicas del mercado de la oferta y la demanda.
En este brevísimo análisis trataremos de explorar cómo la especulación inmobiliaria y las políticas gubernamentales reflejan y perpetúan las desigualdades de clase.
La reciente y vertiginosa escalada en los precios de la vivienda en España no solo se ha puesto en evidencia la volatilidad del mercado inmobiliario, sino que, además, refleja de la exacerbación de lucha de clases provocada por políticas que favorecen la acumulación de capital en manos de unos pocos a expensas de la gran mayoría.
Dicho de otro modo, las clases sociales dominantes, conscientes de la debilidad de sus contrarios, se han podido situar con facilidad en posiciones de ofensiva, desafiando a sus antagonistas sociales, -los asalariados y las capas medias-, hoy en situación de franco retroceso y desorganización, carentes de interlocutores políticos y sindicales válidos y, por tanto, incapaces de emprender ningún tipo de movimiento de movilización frente a los avances de sus enemigos de clase.
¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO POLÍTICO DE LA ESPECULACIÓN INMOBILIARIA?
La especulación, lejos de ser un simple fenómeno económico, se revela además como un instrumento de opresión, donde el capitalismo transforma un derecho humano fundamental en una mercancía, agudizando las desigualdades entre ricos y pobres y alienando al individuo de sus necesidades básicas.
El dato del Instituto Nacional de Estadística (INE) que señala que solo el 39,1% de las compraventas de viviendas en España durante 2023 fueron financiadas mediante hipotecas, frente a un predominante 60,9% de operaciones realizadas al contado, destapa una realidad inquietante:
El mercado inmobiliario se ha convertido en un tablero de juego para inversores y especuladores, dejando en segundísimo plano a todos aquellos que tratan de encontrar un hogar donde poder vivir. Este fenómeno no es casual, sino el resultado de un sistema que privilegia el capital sobre el bienestar humano
EL POSICIONAMIENTO DE LA «COALICIÓN PROGRESISTA»
Las declaraciones de ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, como en su día también hizo su predecesor, José Luis Ábalos, no han hecho más que confirmar la aceptación gubernamental de la dualidad de la vivienda como derecho y mercancía.
Esta ambigüedad refleja la tensión entre el deber estatal de garantizar derechos fundamentales de los ciudadanos y su sumisión a las lógicas del mercado, un dilema inherente al capitalismo que ya Marx y Engels expusieron claramente en numerosos artículos y libros hace más de un siglo.
La cuestión consiste en que la inversión especulativa, ha encontrado en el mercado inmobiliario español un campo fértil y abundantemente abonado. A través de ella, no solo distorsiona los precios, sino que limita igualmente el acceso a la vivienda a los asalariados. Este mecanismo, al que se han referidos estudios como el de Funcas, no es un mero accidente circunstancial, sino una manifestación de cómo el capitalismo moviliza intensamente sus recursos en favor de la acumulación de riqueza, la mayor parte de las veces en detrimento de las necesidades básicas de la población.
DE UN «ESPACIO PARA LA VIDA» A UN «OBJETO DE INVERSIÓN».
Además, el creciente perfil inversor a expensas de los compradores de primera vivienda, justamente destacado por plataformas como «Fotocasa», ilustra un desplazamiento en la función social de la vivienda: de ser un espacio para la vida a convertirse en un objeto de inversión. Esta transformación subraya la alienación del ser humano de sus condiciones materiales de existencia.
En este contexto, la solución al problema no puede residir en ajustes superficiales dentro del mismo sistema que perpetúa estas desigualdades, sino en un cambio estructural hacia un modelo que ponga en el centro las necesidades humanas por encima de los intereses del capital. Y tal cambio, resulta obvio, no podrá producirse nunca en el marco de una sociedad como la actual.
La lucha por una vivienda digna, por tanto, está inscrita en una lucha más amplia por una sociedad que supere las contradicciones inherentes al sistema económico que la rige, apuntando hacia la construcción de otro sistema que garantice de manera efectiva el derecho a una vivienda digna para todos, libre de las garras de la especulación y la acumulación de capital.
LA SITUACIÓN DE LA VIVIENDA Y LOS ALQUILERES EN EL PANORAMA INMOBILIARIO ESPAÑOL
La situación del mercado inmobiliario en España para 2024 presenta una perspectiva mixta, con tendencias que indican tanto desafíos como excelentes oportunidades para los grandes compradores, vendedores, e inversores. Según diferentes fuentes, se espera que el precio de la vivienda en España experimente en el curso de este algunas insignificantes variaciones, mientras que las condiciones de alquiler y hipotecas también se ajustarán a los cambios económicos y regulatorios.
El mercado de alquileres se ha complicado significativamente, llegando a precios máximos históricos y se espera que continúe en ascenso en 2024, aunque quizás a un ritmo más lento debido a la desaceleración económica. La escasez de oferta y la elevada demanda continúan presionando los precios hacia arriba, complicando el acceso a la vivienda para la inmensa mayoría.
En cuanto a la compra de viviendas, el sector inmobiliario confía en una recuperación para 2024, impulsada por una hipotética «mayor certeza económica» y una inflación más controlada. Se prevé que la demanda y las grandes operaciones inmobiliarias regresen con fuerza, que según los expertos beneficiará tanto a las promotoras como a los grandes compradores.
En relación con las previsiones específicas de los precios, se espera una levísima corrección en 2024, con una posible disminución en los mismos del 1% en el precio de las viviendas.
Fuentes:
https://canarias-semanal.org/art/35776/vivienda