Albert Einstein: de la genialidad científica a la defensa del socialismo

Manuel Medina

   Albert Einstein, el célebre físico teórico, es extraordinariamente conocido en todo el mundo por sus aportaciones y descubrimientos científicos. Sin embargo, no lo es tanto por lo que se refiere a sus firmes y profundas convicciones socialistas.

No nos debería extrañar que así sea. De manera deliberada, las instituciones y los medios de comunicación, al consuno, tratan de ocultar estas facetas de las biografías de los grandes personajes. El objetivo suele ser siempre en mismo: impedir que las ideas del socialismo puedan aparecer asociadas a destacadas personalidades de la Ciencia, de la Cultura o de las Artes.

En este artículo no solo trataremos de explorar aspectos no muy conocidos de la biografía de este reputado científico universal, sino que también trataremos de abordar, de manera resumida, el contenido y el impacto que el pequeño folleto de Albert Einstein “Por qué el Socialismo” tuvo en su país de adopción, los EE.UU.

Deseamos ofrecer igualmente a nuestros lectores la posibilidad de descargarlo en formato pdf, de manera que ello les permita conocer directamente cuáles fueron realmente las ideas de Einstein en relación con el socialismo, así como sus duras valoraciones críticas sobre el sistema capitalista todavía hoy vigente.

BIOGRAFÍA: UNA JUVENTUD REBELDE E ICONOCLASTA

   Albert Einstein nació el 14 de marzo de 1879 en Ulm, en el Reino de Württemberg del Imperio Alemán. Durante sus primeros años, la familia de Einstein se trasladó a Múnich, donde su padre y su tío fundaron una empresa de manufactura de equipos eléctricos llamada Elektrotechnische Fabrik J. Einstein & Cie.

A los 15 años, Einstein abandonó el gimnasio de Múnich, trasladándose a Italia con su familia, que había emigrado debido a la quiebra de su negocio. Esta experiencia de mudanza y cambio terminó resultando crucial para su personalidad, ya que permitió a Einstein escapar de las rigideces del sistema educativo alemán y continuar su educación en un ambiente más libre en Suiza, donde finalmente se inscribiría en el Instituto Politécnico de Zúrich. Fue precisamente en ese politécnico donde, a los 16 años, comenzó a militar en primeros círculos socialistas, influenciado por la atmósfera progresista y los debates políticos de aquella época.

No obstante, en 1933 Albert Einstein se vio obligado a emigrar a los Estados Unidos, huyendo de la brutalidad que ya apuntaba el ascenso al gobierno de los nazis, naturalizándose en ese país en 1940.

Sin embargo, sus posiciones públicas y su activismo político a favor de las ideas socialistas pronto le colocaron en el centro del punto de mira del FBI, y muy especialmente de su jefe Edgar Hoover, que de manera obsesiva estuvo alimentando durante años un archivo sobre Einstein que llegó a alcanzar unas  1.427 páginas.  Una colección de voluminosas carpetas repletas de informes sobre la vigilancia, las revisiones de su  correspondencia y de la misma basura doméstica que Einstein arrojaba cada mañana al cubo, que se completaba con el uso de una legión de informantes dedicados a vigilar de cerca las actividades del reputado científico.

Sin embargo, y para más inri, Einstein no solo se limitó a defender las ideas del socialismo, sino que se convirtió también en un perseverante crítico del racismo en Estados Unidos y en un acérrimo defensor de los derechos civiles. Participó activamente en las causas antirracistas y colaboró con figuras prominentes como los comunistas Du Bois y el celebérrimo cantante negro Paul Robeson.

Sus discursos y escritos, en los que denunciaba la segregación racial, fueron vistos por el FBI como “panfletos comunistas altamente subversivos” en el curso de la “caza de brujas« del macartismo, cuando las sospechas de comunismo eran rampantes​ (Smithsonian Magazine)​​ (Grunge)​.

Además, Einstein fue más allá. Se atrevió a publicar sus artículos en revistas de orientación comunista y socialista, como Monthly Review, en la que apareció su folleto «¿Por qué el socialismo?». En él, Einstein argumentaba a favor de una economía planificada y una reorganización social basada en la justicia y la cooperación​ (Smithsonian Magazine)​.

A pesar de la vigilancia y la persecución a la que estuvo sometido hasta su muerte en 1955, Einstein mantuvo en todo momento su compromiso con la defensa de los derechos humanos, llegándose a convertir en todo un símbolo de resistencia contra la represión política en los EEUU.

LA INFLUENCIA DE MARX Y DE VEBLEN

Einstein estuvo profundamente influenciado por la obra de Karl Marx y de Thorstein Veblen (1). De Veblen, adoptó la crítica del capitalismo como una «fase depredadora» del desarrollo humano. De Marx tomó la idea de que el valor generado por los trabajadores es apropiado por los propietarios de los medios de producción, de lo cual resulta la explotación y la alienación de la clase trabajadora.

En su ensayo «¿Por qué el socialismo?», Einstein argumentó que el capitalismo está basado en la competencia y la explotación, lo que inevitablemente conduce a desigualdades sociales y económicasÉl creía que la concentración de poder y riqueza en manos de unos pocos era una de las mayores falencias del sistema capitalista. Este punto de vista lo llevó a abogar por una economía planificada que pudiera distribuir los recursos de manera más equitativa.

En ese librito, Einstein señalaba que la ciencia económica de su tiempo no podía arrojar luz sobre una sociedad socialista futura, pues se encontraba intrínsecamente ligada a los principios del capitalismo. Argumentaba que el socialismo no solo tiene un propósito económico, sino también un fin ético-social, buscando superar la fase depredadora del desarrollo humano.

NECESIDAD DE UNA ECONOMÍA PLANIFICADA

Einstein estaba firmemente convencido de que la planificación económica era la solución para los males del capitalismo. En su escrito «¿Por qué el socialismo?» destacaba que una economía planificada pondría fin a la anarquía de la producción capitalista, que conduce a las crisis económicas y al desempleo masivo.

Esta planificación, sin embargo, no debería ser confundida con la mera burocratización. Para Einstein era esencial que estuviera guiada por valores éticos y sociales que promovieran el bienestar de toda la sociedad.

El control democrático y la participación ciudadana eran para él esenciales. Insistía en que la economía planificada debía estar bajo el control efectivo de la ciudadanía, asegurando que los beneficios de la producción fueran distribuidos equitativamente y que las decisiones se tomaran en función del bienestar común.

Einstein también enfatizaba la importancia de la educación en la construcción de una sociedad socialista. Criticaba el sistema educativo capitalista por promover la competencia y la glorificación del éxito individual. En su lugar, abogaba por una educación que fomentara la responsabilidad social y la solidaridad.

Para Albert Einstein, el socialismo no solo debería ser una cuestión de redistribución económica, sino también de transformación cultural. Creía que la educación debía desempeñar un papel crucial en el desarrollo de una conciencia social, preparando a los individuos para contribuir al bienestar de la comunidad en lugar de perseguir solo intereses personales.

CRÍTICAS AL CAPITALISMO Y VISIÓN DE FUTURO

En definitiva, Albert Einstein fue un crítico feroz del sistema capitalista, describiendo sus males no solo en términos económicos sino también morales. En su ensayo citado, señala que el sistema capitalista fomenta el egoísmo y la competencia desenfrenada, lo que lleva a la alienación y a una crisis de valores en la sociedad.

A pesar de sus críticas, Einstein era optimista sobre cuál era el futuro que le deparaba a la humanidad. Creía que el hombre tendría la capacidad necesaria para superar las limitaciones del capitalismo a través de la cooperación y la planificación racional. Su visión del socialismo no era utópica, sino una propuesta práctica para construir una sociedad más justa y equitativa.

¿CUÁL FUE EL POSICIONAMIENTO DE EINSTEIN EN RELACIÓN CON LA AGRESIVIDAD DEL NUEVO ESTADO ISRAELÍ HACIA LOS PALESTINOS?

En 1948, Albert Einstein, junto con otros intelectuales judíos prominentes, escribió una carta al editor del New York Times expresando su fuerte oposición a la visita de Menachem Begin a los Estados Unidos y criticando al partido político Herut, del cual Begin era líder. La carta fue publicada el 4 de diciembre de 1948 y aquí hay un resumen de sus puntos principales:

La carta denunciaba las tácticas terroristas utilizadas por el grupo Irgún Zvai Leumi, liderado por Begin, acusándolo de masacres y violencia extrema, particularmente mencionando la masacre de Deir Yassin en abril de 1948.

Einstein y los otros firmantes compararon premonitoriamente el partido Herut con los movimientos fascistas y nazis, alertando sobre el peligro de permitir que un partido con tales métodos y políticas gane influencia en Israel. En la misiva se hace una comparación directa entre las tácticas de Herut y las de los fascistas durante la Segunda Guerra Mundial.

Los rubricantes del mensaje al periódico advierten a la comunidad judía en Estados Unidos sobre los peligros de apoyar a Begin y a su partido, argumentando que su visita y las recaudaciones de fondos en su nombre podrían ser malinterpretadas como apoyo a sus métodos violentos.

La carta concluye con un llamado a apoyar a las fuerzas en Israel que buscan establecer un estado basado en la paz, la justicia y la democracia, en oposición a las fuerzas que promueven la violencia y la autocracia.

Aquí un breve extracto de la carta:

   «Entre los fenómenos políticos más inquietantes de nuestro tiempo se encuentra el surgimiento en el recién creado Estado de Israel del ‘Partido de la Libertad’ (Tnuat Haherut), un partido político muy cercano en su organización, métodos, filosofía política y atractivo social a los partidos nazi y fascista. Ha sido fundado por miembros y seguidores del antiguo Irgún Zvai Leumi, una organización terrorista de extrema derecha y chauvinista en Palestina.

   La actual visita de Menachem Begin, líder de este partido, a los Estados Unidos, es obviamente calculada para dar la impresión de que América apoya a este grupo y respaldar la creación de vínculos políticos con judíos conservadores de América. Varias personalidades americanas de alto rango y de prestigio han prestado sus nombres para dar la bienvenida a esta visita. Es inconcebible que aquellos que se oponen al fascismo en todo el mundo, si fueran correctamente informados de los antecedentes y perspectivas políticas del Sr. Begin, no pudieran añadir sus nombres y apoyo a este movimiento.»

La carta fue una advertencia clara y una manifestación del compromiso de Einstein con los principios de paz y justicia, incluso cuando estos principios le llevaron a criticar al liderazgo emergente del nuevo Estado de Israel. El desarrollo de los acontecimientos han terminado confirmando los temores adelantados por la carta del científico al New York Times.

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SUS ÚLTIMAS PREOCUPACIONES POR LA GUERRA NUCLEAR

La preocupación por la aniquilación de la especie humana debido a las armas nucleares marcó hondamente los últimos años de la vida de Albert Einstein.

Universalmente reconocido por sus contribuciones a la física, dedicó sus últimos años a una causa muy diferente: la lucha contra la amenaza de las armas nucleares.

En 1946, asumió la presidencia del «Comité de Emergencia de Científicos Atómicos (ECAS), una organización que buscaba retirar el desarrollo atómico del ámbito militar y colocarlo bajo control internacional. Esta postura se hizo más urgente después de que Estados Unidos llevara a cabo la prueba de la bomba de hidrógeno «Castle Bravo», en el atolón de Bikini, en 1954.

Aquella prueba nuclear en principio estaba prevista para que fuera solo una explosión de seis megatones. Sin embargo,  terminó siendo una detonación de quince megatones debido a un error de cálculo, convirtiéndose en la mayor explosión nuclear realizada por Estados Unidos.

La lluvia radiactiva resultante se extendió a lo largo de once mil kilómetros cuadrados, afectando a las poblaciones marshalesas y a un pesquero japonés, el Lucky Dragon, cuyos tripulantes enfermaron gravemente a consecuencia de la radiación. Este incidente, y la posterior reacción del gobierno estadounidense de ocultar la magnitud del desastre, impactó profundamente a Einstein.

La Administración Eisenhower intentó minimizar la catástrofe durante un año, pero la comunidad científica comenzó a cuestionar y a proporcionar sus propios datos, forzando la divulgación de información oficial. Este evento desencadenó una preocupación global por los peligros de la lluvia radiactiva y por la carrera armamentística nuclear en general. Fue este contexto el que motivó la lucha de científicos y ciudadanos por la aprobación del Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares en 1963, un logro significativo para los entonces todavía nacientes movimientos pacifistas y ecologistas.

En abril de 1955, apenas unos días antes de su muerte, Einstein firmó su última declaración pública: el conocido «Manifiesto Russell-Einstein». Este documento, co-redactado con el filósofo Bertrand Russell, advertía sobre los peligros de una guerra con bombas de hidrógeno y hacía un llamamiento urgente a los gobiernos del mundo para que buscaran medios pacíficos de resolución de conflictos.

    Einstein, que había reflexionado profundamente sobre las implicaciones sociales de la ciencia, argumentaba en su ensayo «¿Por qué el socialismo?» que la salida a la amenaza de extinción humana debía orientarse hacia una estructura social equitativa y pacífica, es decir, el socialismo.

Einstein veía el socialismo no solo como un sistema económico, sino como un camino hacia una sociedad donde los avances científicos fueran utilizados para el beneficio de toda la humanidad, no para su destrucción.

Su transformación de científico a activista pacifista refleja su profunda convicción de que la supervivencia humana dependerá no solo de nuestra capacidad para superar los conflictos bélicos, sino sobre todo de nuestra capacidad para movilizarnos en contra de la posibilidad de que estos se produzcan. Una lección esta última, que parece peligrosamente olvidada en la situación por la ahora mismo se encuentra atravesando nuestro planeta.

  1. Thorstein Veblen fue un economista y sociólogo estadounidense conocido por su análisis crítico de la sociedad capitalista y su teoría del consumo conspicuo. Nació el 30 de julio de 1857 en Cato, Wisconsin, y falleció el 3 de agosto de 1929 en Menlo Park, California. A lo largo de su carrera, Veblen desarrolló ideas que influyeron significativamente en la economía y la sociología, destacándose por su enfoque heterodoxo y su crítica mordaz de las instituciones económicas y sociales de su tiempo

(*)  Manuel Medina es profesor de Historia

Fuentes:

https://canarias-semanal.org/art/36257/albert-einstein-de-la-genialidad-cientifica-a-la-defensa-del-socialismo

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