Thomas Sankara, el capitán de los hombres íntegros

Fue el Presidente de Burkina Faso (entre 1983 y 1987) en sus cuatro años en el poder produjo profundas reformas políticas y sociales que le alcanzaron para proyectarse en la historia como una de las más grandes figuras políticas africanas y mundiales.

Nació el 21 de diciembre de 1949 en la ciudad de Yako, en ese entonces parte de Alto Volta, una dependencia de Francia en el África Occidental que, sin salida al mar, limitaba con Malí, Níger, Costa de Marfil, Ghana, Togo y Benín. Cuando tenía 9 años, el 11 de diciembre de 1958, su país consiguió el autogobierno, y dos años después, el 5 de agosto de 1960, inmerso en la oleada de descolonización africana, obtuvo la independencia.

Como casi toda nación africana, tras la independencia, la situación política de Alto Volta fue sumamente inestable.

Sankara empezó su carrera militar con la edad de 19 años. Un año más tarde fue enviado a Madagascar para el entrenamiento de oficiales en Antsirabe, donde presenció los levantamientos populares de 1971 y 1972. Volvió al Alto Volta1972 y en 1974 luchó en una guerra fronteriza entre su país y el vecino Malí.

Un golpe de estado organizado por Blaise Compaoré hizo a Sankara presidente el 4 de agosto de 1983, a la edad de 33 años.

Cuando llegó al poder se configuró como un carismático líder que materializaba sus palabras e ideas en acciones.

Una de las primeras medidas que tomó Sankara fue cambiar el nombre del país, de Alto Volta a Burkina Faso que significa «tierra de los hombres íntegros».

thomas_sankara1.jpg Promovió una revolución «popular y democrática», con los pilares Educación y Salud Pública como prioridades, una política destinada entre otras cosas a acabar con la hambruna, combatir la corrupción, impulsar una reforestación a gran escala y suprimir los poderes de los jefes tribales.

Otra de sus medidas fue igualar los derechos de la mujer a los del hombre, algo inédito hasta la fecha en el continente africano, sobre todo en esa zona del África Occidental. Incluyó a muchas mujeres en su gabinete de Gobierno.

Comenzaron por abolir a ablación, condenar con la cárcel la poligamia y promover el uso de anticonceptivos. Esto era toda una novedad en África, y de hecho Burkina Faso fue el primer país africano en reclamar la máxima atención para el SIDA en todo el continente por la tremenda expansión que estaba sufriendo. Por cierto, la guardia personal motorizada del presidente estaba formada únicamente por mujeres.

En la población de Ouagadougou, convirtió un importante almacen militar en un supermercado, el primero del país. Era un pequeño reflejo del progreso que empezaba a experimentar la sociedad burkinesa, que por fin veía algo de luz tras décadas de zozobra.

Para llevar a cabo tan novedosa Revolución, en un país por demás atrasado en cuanto a sus fuerzas de producción, Sankara creó los llamados «Comités de Defense de la Révolution», organizaciones populares armadas encargadas de velar por los cambios en marcha. La forma en que muchos de éstos actuaron, y como ha sucedido en muchísimos procesos revolucionarios, fue uno de los puntos negros de su mandato. Al caso, muchos degeneraron en bandas incontroladas de gángsters que sembraban el terror entre la población cercana a su radio de acción, o, en el mejor de los casos, recolectaban prisioneros políticos. Principalmente, los comités habían sido creados para desplazar la influencia en muchas regiones del país de los jefes tribales, que obligaban a los campesinos a pagarles tributos por cosecha. Pero fue, sin duda, un experimento que no salió del todo bien.

En 1985, y con el proceso revolucionario en marcha, apareció el primer problema grave. Burkina Faso organizó un censo general de la población y, por error, algunos de los encargados de censar visitaron campos de la etnia Fula, en Malí. El gobierno de ese país adujo que su soberanía había sido violada, y la tensión entre las dos naciones alcanzó un punto álgido. El conflicto terminó con una guerra que duró cinco días, conocida como la «Guerra de Navidad», que se cobró la vida de 100 personas, es su mayoría civiles burkinabés. Al final, la batalla terminó con un relativo éxito diplomático de Sankara, pero ya los países occidentales, celosos de las reformas y de los cambios que podían engendrar, estaban socavando su poder… es difícil creerse que la guerra se desató por ese factor.

Por desgracia todas las esperanzas fueron echadas por tierra en 1987. Burkina Faso tenía países fronterizos muy inestables, peligrosos y hostiles, y ya en 1985 hubo un serio conflicto con Mali. El gobierno de Sankara los afrontó con relativo éxito, pero algunos militares de alto rango (con Compaoré, antiguo amigo de Sankara y colaborador, a la cabeza) usaron estas tensiones para urdir un golpe de Estado.

El 15 de octubre del 87 Thomas Sankara y doce oficiales más fueron asesinados por los golpistas.

Blaise Compaoré sigue siendo el actual presidente del país.

Fuentes:

http://thomassankara.net/spip.php?article930&lang=fr

http://pepoladas.over-blog.es/

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