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Eugenio Fernández

«La vida de Brian» es, muy posiblemente, la mejor película del grupo británico de humoristas Monty Python. El film es una brillante sátira del sectarismo religioso –y también del político– desarrollado a través de la vida de un joven judío que nace el mismo día que Jesús de Nazaret y, ya de adulto, es confundido varias veces con «el Mesías», hasta el punto de acabar crucificado.

Plagada de escenas y diálogos geniales, fue un éxito de taquilla, logrando la cuarta mayor recaudación de cualquier película en el Reino Unido en 1979, y la más alta de cualquier película británica en los Estados Unidos ese mismo año, y acabó convirtiéndose en todo un clásico.

LÓGICOS ATAQUES Y CENSURAS DE LOS ULTRACONSERVADORES

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Su carácter abiertamente iconoclasta y provocador, sin embargo, provocó también en su momento furibundos ataques de los grupos judíos y cristianos más ortodoxos, que denunciaron la película por «blasfema».

Antes de su estreno en Nueva York, más de mil rabinos salieron a la calle en señal de protesta. Se quejaban, entre otras cosas, del uso del manto ritual de plegaria judío en la escena de la lapidación.

Por el lado de los católicos, grupos de monjas pasaron varias noches rezando delante de uno de los cines para pedirle a Dios que intercediera contra la obra «demoniaca».

Estos grupos de fundamentalistas judíos y cristianos se sintieron ofendidos porque pensaban que la película se reía de ellos. Los cómicos les dieron la razón.

“Se burlaba de todos aquellos que un buen día se invistieron de autoridad y dijeron que hablaban por boca de Dios y fue esa misma gente la que por fortuna salió a la calle y se identificó con el objeto de toda la burla que podía haber en «La vida de Brian», un detalle que no dejamos de agradecerles”, reconoció Eric Idle, uno de los componentes del grupo.

No fueron estas, desde luego, las únicas reacciones de rechazo a la película. Varios políticos conservadores la censuraron, y en toda Noruega fue prohibida, mientras que en Suecia se promocionó como “una película tan graciosa que la han prohibido en Noruega”.

UNA OBRA MAESTRA DEL HUMOR QUE HOY SERÍA DIFÍCILMENTE ADMITIDA

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Los Monty Phyton en la época de realización de La vida de Brian

Aunque estas reacciones por parte de los sectores ultraconservadores resultan comprensibles, y eran esperables, no son pocos los que consideran que una película como «La vida de Brian» sería hoy igualmente rechazada por los sectores de la «izquierda» reformista y posmoderna que se alternan con las derechas tradicionales en la gestión de los gobiernos y son hegemónicos en las industrias culturales.

Así, es más que probable que una escena como aquella en las que «Stan» comunica a sus camaradas del Frente Popular de Judea que a partir de entonces debían dirigirse a él llamándola «Loretta», y que como mujer ella «quería parir», fuera denunciada como un «delito de odio» y bastara para reclamar que los cómicos fueran inmediatamente «cancelados».

Tampoco se puede descartar que algún grupo feminista de los hoy mayoritarios encontrará otras muchas escenas con contenidos de «micro» o «macro» machismos que, igualmente, consideraran más que suficientes para condenar al total ostracismo a los cómicos, presionando para que no pudieran volver a actuar o filmar nuevas películas.

En realidad, y dado que los Monty Python se caracterizaban por parodiar absolutamente todo y a todos, lo más probable es que se produjera una auténtica avalancha de denuncias por parte de colectivos de todo tipo que, no contentos con expresar sus legítimas críticas públicamente, quizá decidieran emprender acciones legales contra los cómicos británicos.

Este fenómeno, que provoca pavor y coarta hasta el absurdo a artistas y creadores, forma parte de una nueva «cultura de la cancelación» que parece imponerse en nuestras sociedades, sustituyendo impositivamente el debate y la crítica abierta por una censura hipócrita que pretende «desaparecer» los conflictos sociales por el procedimiento de esconderlos bajo la alfombra de la «ultracorrección inclusiva».

LA AUTOCENSURA QUE SÍ SE APLICARON LOS MONTY PYTHON

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Pero, más allá de estas consideraciones sobre la forma en la que muchas veces el paso del tiempo no se corresponde con un avance del básico derecho a la libertad de expresión, ni siquiera en el ámbito del arte o la pura comedia, lo cierto es que hay algunos temas que ya resultaban intocables en los años en que se realizó la Vida de Brian.

Este es el caso de los crímenes cometidos por el Estado de Israel, cuya denuncia acarrea casi de inmediato la acusación de «antisemitismo», a menudo acompañada de graves represalias económicas, laborales y sociales para quienes se atreven a hacerla. Una posibilidad que condujo a los Monty Python a protagonizar un episodio de autocensura.

Una de las escenas que debía aparecer en la película estaba protagonizada por un escuadrón de judíos suicidas que quiere instaurar un nuevo reino judío milenario. Y por ahí, mientras Brian estaba crucificado, aparecía un símbolo que mezclaba la cruz de David y una esvástica.

Pero, comoquiera que cualquier parecido de esta escena con la realidad del citado Estado sionista hubiera sido mucho más que una mera coincidencia, finalmente los cómicos no se atrevieron a incluir la escena en la película.

“Eric tenía miedo de que ofendiera a los grandes productores de origen judío”, reconoció Terry Gilliam tiempo después.

Él mismo se lamentaría posteriormente por haberla quitado.

“En retrospectiva, creo que la teníamos que haber dejado”.

Pero no fue así, y lo cierto es que en 1978, mientras rodaban en Túnez, los Monty Python se autocensuraron, para no tener que enfrentarse a la ira de los influyentes defensores de Israel.

Esta es una de las anécdotas, quizá una de las más significativas, sobre esta mítica película, que los comediantes cuentan en su famosa y recomendable autobiografía, ‘The Pythons’, editada por Bob McCabe a partir de entrevistas y fragmentos de sus diarios, y que ahora se puede encontrar publicada por Libros del Kultrum.

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