Nota V.O. : Reproducimos a continuación un fragmento del libro «El materialismo histórico según los grandes marxistas» (pág. 124-126), en concreto parte de un artículo de Kautsky (de su época como marxista) sobre las difíciles circunstancias en que nació el marxismo y su lucha contra los «socialistas» burgueses.
«…En nuestros días existen en todas partes las condiciones para la unión del movimiento obrero con el socialismo. A principios del siglo XIX, esas condiciones no existían. En aquella época, los obreros se sentían impotentes ante el capitalismo, y duras penas se enfrentaban a él con organizaciones primitivas.
Los socialistas burgueses no veían en la miseria impuesta por el capitalismo más que su lado negativo, aquel que deprime; eran incapaces de ver en esa miseria el lado que estimula e incita a la lucha revolucionaria del proletariado. En su opinión, no existía más que un factor que pudiera liberar al proletariado: la generosidad y la benevolencia burguesas. Juzgaban a la burguesía según sus propios sentimientos y creían encontrar en ella suficientes elementos que tuvieran sus propias ideas y, con ellos, poder imponer medidas socialistas.
Inicialmente, la propaganda de los socialistas burgueses encontró bastantes simpatías entre los filántropos burgueses. En general -pensaban-, los burgueses no son monstruos; la miseria les impresiona y, en la medida en que no les es útil, quisieran con buena voluntad suprimirla. Pero la verdad es que así como el proletario paciente y sumiso provocaba la compasión de algunos burgueses, el proletario rebelde y que luchaba suscitaba su odio, porque veían en éste al que mina y destruye su propia existencia.
Mientras mendigaba, el proletariado incluso gozaba de su simpatía; cuando exigía, encontraba en ellos su feroz hostilidad. Así es como los socialistas burgueses sintieron desagrado por el movimiento obrero, que amenazaba hacerles perder sus esperanzas: la simpatía de la burguesía mejor intencionada por los proletarios.
Los socialistas burgueses veían en el movimiento obrero un motivo de perturbación de sus teorías. En la incultura de los obreros y en su ingenuo movimiento corporativo basaban su desconfianza en el proletariado. Afirmaban que las asociaciones profesionales sólo luchaban por el aumento de los salarios y no por una nueva sociedad, sin comprender el germen que el movimiento corporativista llevaba en su seno, si este movimiento se unía al socialismo.
Poco a poco se fue preparando un cambio. Entre 1840 y 1850 el movimiento obrero fue capaz de destacar de sus filas a proletarios extraordinariamente bien dotados que abordaron el estudio del socialismo, adoptándolo y reconociendo en él a la ciencia proletaria de la sociedad. Estos proletarios sabían por experiencia que no podían contar con la filantropía burguesa, comprendían que el proletariado sólo podría liberarse por sí mismo. A su vez, los socialistas burgueses también fueron comprendiendo que no había nada de la generosidad burguesa que habían concebido; sin embargó, aún pensaban que el proletariado constituía una fuerza destructiva, peligrosa para la cultura. Creían aún que la burguesía podría construir una sociedad socialista, aunque ya no por filantropía, sino por el temor que les provocaba el proletariado. Esperaban que el miedo al asalto de la clase obrera llevaría a la burguesía inteligente a mitigar el peligro aplicando medidas socialistas.
Se produjo un progreso enorme. Pero las ideas de los socialistas burgueses no podía conducir a la unión del movimiento obrero con el socialismo. No obstante la existencia de obreros esclarecidos y con conciencia de clase, el proletariado carecía de capacidad para elaborar una teoría nueva por virtud de la cual el movimiento obrero quedara ligado orgánicamente con el socialismo…»
Fuentes: