La gran estafa de la «desnazificación» y la transición alemana a la democracia (I parte)

Máximo Relti

¿Desnazificación o farsa?: Todo aquello que se han negado a contarte sobre la Alemania de posguerra.

En el panorama de la Alemania de posguerra, el legado del Tercer Reich y de su ideología, contrariamente a lo que la mayoría hemos venido creyendo hasta hace bien poco, no se disipó con la caída de Berlín en manos del Ejército Rojo, ni con la firma de los documentos de la rendición de la Alemania hitleriana. 

A día de hoy, todavía es frecuente encontrarnos con no pocas personas, bien intencionadas pero también desinformadas, que continúan creyendo que el proceso de la supuesta «desnazificación» que se produjo en Alemania fue todo «un ejemplo» a imitar. Se llegan a lamentar, además, de que en España no tuviera lugar un proceso similar después de la desaparición de la Dictadura de Franco y la posterior entronización de la Monarquía de los Borbones.

Sin embargo, la realidad histórica fue que tal proceso supuestamente «ejemplificante», salvo en señaladas excepciones, jamás llegó a producirse en la entonces recién creada República Federal de Alemania.

Pese a la “desnazificación” prometida por los aliados antes de que concluyera la guerra, y durante los posteriores juicios de Nüremberg”, la realidad fue que en la RFA destacados personajes del nazismo no solo continuaron ocupando sus antiguos puestos. La verdad histórica fue que muchos de aquellos ex jerarcas nazis llegaron a desempeñar responsabilidades de más alto rango que los que habían disfrutado bajo la dictadura de Hitler.

No obstante, también hay que precisar que no sucedió lo mismo en la otra Alemania, la entonces conocida como República Democrática Alemana. (RDA).

El titulado «Libro Pardo: Criminales Nazis y de Guerra en Alemania Occidental», que ahora nos sirve de guía y testimonio para el presente «interrogatorio», nos ofrece una inmersión profunda y desgarradora en cómo se produjo aquel proceso. Muchos ex nazis, –miles, según el Libro Pardo-,   encontraron nuevos roles an la Alemania Federal, llegando a retener o, incluso, multiplicar su influencia dentro del Estado, la Economía, la Administración, el Ejército, el Sistema Judicial y el ámbito científico de la Alemania Occidental.

 

Con nuestro “interrogatorio” al libro «Libro Pardo», del historiador alemán Albert Norden, trataremos de sacar a la luz una faceta de la posguerra mundial que ha permanecido deliberadamente oculta durante decenios.

A lo largo de los dos capítulos que formaran parte de nuestras pesquisas, trataremos de poner de relieve, aportando todo tipo de datos, en qué consistió realmente la inserción de antiguos jerarcas nazis en el tejido del nuevo Estado de la República Federal de Alemania (RFA). Igualmente, intentaremos poner de manifiesto las razones y complicidades que hicieron posible que se pudiera producir una impunidad histórica de tamaña envergadura.

INTERROGANDO CRÍTICAMENTE A LA HISTORIA

    CS: ¿Cuáles fueron las razones por las que, pese a los acuerdos suscritos por los aliados en la Conferencia de Yalta, no se procedió a aplicar la justicia contra los jerarcas nazis genocidas o cómplices de genocidio?

    EL “LIBRO PARDO”: El hecho de que en la República Federal de la posguerra no se procediera a una “desnazificación” completa y auténtica, y no se llevara a los asesinos ante los tribunales de justicia tras la derrota del nazismo, se debió a una serie de factores clave.

     La RFA buscaba una rápida reconstrucción en la posguerra y el crecimiento económico. Ello condujo a tener  una actitud “tolerante” hacia individuos que se habían destacado por su pasado nazi, especialmente hacia aquellos que disponían de habilidades técnicas, administrativas o económicas necesarias para la reconstrucción del país. Fue ese supuesto “pragmatismo” económico y político el que priorizó la estabilidad y el crecimiento sobre la justicia para los millones de víctimas del Régimen nazi.

    CS: ¿De qué manera procedió el Estado federal alemán para impedir que personajes que habían desempeñado cargos importantes durante el Tercer Reich hitleriano  fueran conducidos al banquillo de los acusados?

LP: La documentación disponible sugiere que el Gobierno de Bonn, la antigua capital de la RFA en ese momento, brindó protección a ex nazis, especialmente a aquellos que habían disfrutado de posiciones de influencia durante el nazismo. Esto se manifestó rápidamente con la reincorporación de funcionarios nazis en la Administración pública, la Justicia, y otros sectores críticos del Estado. De esa documentación se desprende que el Gobierno intentó proteger a estos individuos por razones políticas y, posiblemente también, para evitar la pérdida de apoyo de sectores de la población alemana que, pese a la gigantesca catástrofe bélica y el conocimiento de los crematorios, todavía continuaban simpatizando con el nazismo.

    Por otra parte, la legislación y las decisiones judiciales en la RFA  favorecían frecuentemente a ex nazis con leyes que limitaban la persecución de crímenes de guerra nazis, o con sentencias insólitamente indulgentes para aquellos que llegaron a ser juzgados.  Esto se ve claramente reflejado en la implementación de leyes que terminaron en la prescripción de crímenes nazis y en amnistías que beneficiaron a los perpetradores de estos crímenes.

Por otra parte, el contexto de la Guerra Fría también desempeñó un papel en la forma en que  se aplicó la “desnazificación”, un proceso en el que tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética priorizaron posiblemente la estabilidad política y la formación de alianzas estratégicas en Alemania sobre la persecución de antiguos nazis. Esto significó que, en el Oeste, la RFA fuera vista como un aliado clave contra el comunismo, lo que llevó a una ostensible benevolencia hacia el manejo interno del proceso de desnazificación.

    En cualquier caso, aunque es cierto que se produjeron protestas en contra de la suavidad  aplicada por la RFA a la hora de perseguir a los criminales nazis,  estas presiones no dieron como resultado un cambio de actitud por parte de los gobiernos conservadores y socialdemócratas germanos. La  RFA logró «surfear» estas presiones sin llegar a realizar nunca una desnazificación  efectiva.

     CS: ¿Que políticos de la Alemania nazi continuaron ejerciendo cargos y desempeñando funciones en la Alemania Federal?

      LP: No fueron solo unos pocos políticos o funcionarios los que habiendo servido al Régimen nazi continuaron ejerciendo cargos y desempeñando funciones en la RFA. Fueron miles. Les proporciono un brevísimo pero significativo listado para que se puedan hacer una idea aproximada de la importancia que tuvieron estos hechos. En el libro podrán encontrar un detalladísimo listado de varios miles de estos personajes, con las correspondientes ubicaciones que ocupan en la actualidad [años 60 del pasado siglo]. Pero veamos algunos de ellos:

    Hans Globke: Se desempeñó como consejero ministerial en el Ministerio del Interior del III Reich hitleriano antes de 1945, donde fue responsable de asuntos relacionados con la nacionalidad y de otros referentes a los territorios occidentales ocupados.  Participó también como coautor en la promulgación de las leyes racistas, creando las bases jurídicas para el exterminio de grupos completos de población de etnia judía. Después de la guerra, Globke sirvió hasta julio de 1963 como Secretario de Estado en la Cancillería federal, convirtiéndose en uno de los funcionarios más poderosos del Estado de Bonn.

    No obstante, en 1962, Globke fue condenado a cadena perpetua por la Corte Suprema de la ahora desaparecida República Democrática alemana (RDA) y, posteriormente, fue despedido como Secretario de Estado debido al material escandaloso que se presentó en contra de él.

    Kurt Georg Kiesinger: resulta importante señalar que Kiesinger, que llegó a ocupar nada más y nada menos que el cargo de Canciller de Alemania Occidental entre 1966 y  1969, antes de la guerra trabajó en el Ministerio de Asuntos Exteriores del Tercer Reich hitleriano. Fue miembro del Partido nazi y su polémica participación en la diplomacia nazi fue objeto, en la época, de encendidos debates en la RFA. Tras concluir la guerra, Kiesinger se reintegró en la vida política alemana, llegando a ser Canciller como ya hemos dicho, haciéndolo como miembro del Partido de la Unión Demócrata Cristiana (CDU).

    Walter Wegener, antiguo alcalde de Ribnitz y posteriormente secretario de Estado en el «Ministerio de Expatriados» de Baja Sajonia, quien organizó un pogrom contra ciudadanos judíos en 1936.

    Estos casos y algunos centenares más, que resultaría prolijo reproducir aquí, ilustran como ex nazis que habían ocupado cargos políticos bajo el Régimen de Hitler, compartiendo con esa dictadura la responsabilidad de decisiones criminales, lograron reinventar sus carreras en la RFA de la posguerra, alcanzando posiciones de influencia y poder.

   A estos ejemplos añadan una larga lista de funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, embajadas y consulados de Bonn, y 297 altos oficiales de la policía que siguieron ocuparon puestos del más alto rango después de la guerra.

   Asimismo, más de 800 jueces y fiscales de tribunales de excepción nazis continuaron incrustados en el aparato judicial de la Alemania occidental, alcanzando las más altas posiciones en ese mismo aparato, sin que jamás nadie se atreviera a sentarlos ante tribunales que juzgaran las sentencias de muerte que habían pronunciado en nombre del Estado Nacional-socialista.

    Uno de estos personajes fue el Dr. Werner Essen, un antiguo y alto funcionario nazi que se encargaba de decidir sobre la clasificación de personas como de «raza inferior» en las Repúblicas Soviéticas del Báltico y la RSS de Bielorrusia. Luego, en plena RFA, ocupo un importante puesto en el «Ministerio de Expatriados».

    Otro de ellos, Karl Friedrich Vialon, que aplicó el terror en los territorios ocupados del Este, fue convertido en un impecable y democrático Secretario de Estado en la RFA.  O también nos encontramos con el caso de Ernst Lemmer, un exdiputado del Reichstag, que votó leyes que dieron plenos poderes a Hitler, ocupando cargos de primer orden después de la guerra.

   CS: La Gran Banca y los grandes industriales desempeñaron a través de su apoyo económico un papel crucial en el ascenso de Hitler al poder político. ¿Qué fue lo que sucedió después de la derrota de 1945 con los representantes del Poder económico alemán?

LP: Entre los grandes empresarios que apoyaron al Régimen de Hitler y luego continuaron ejerciendo como multimillonarios en la República Federal Alemana (RFA) se encontraron personajes tan destacados como los siguientes:

    Friedrich Flick, que había sido uno de los donantes más importantes del partido nazi, aportando sumas enormes a la organización política de Adolf  Hitler, así como a las secciones locales de esa organización. La “acería de Riesa”, perteneciente al   consorcio de su propiedad, giraba la entonces friolera de 34.000 marcos a los grupos locales SA y SS entre febrero de 1933 y finales de 1934.

    Después de la guerra, Flick participó nuevamente en la producción de armamento para la  Alemania Occidental y logró acumular una enorme fortuna mediante especulaciones a costa del pueblo alemán.

    Y, como de “casta le suele venir también al galgo”, un vástago de este Flick que en los años 30 había untado a los nazis, continuó con esa venerable práctica familiar. En la década de los 80 se permitió el lujo de sobornar a los políticos de todos los Partidos políticos con representación en el Parlamento alemán, a cambio de recibir cuantiosos beneficios fiscales.

    Curiosamente, este caso de soborno se extendió también a la España de Felipe González, donde la «Fundación Friedrich Ebert», próxima al Partido Socialdemócrata alemán, destinó las donaciones de Flick por valor 1 millón de marcos alemanes, a la financiación del PSOE.

    Otro reconocido industrial alemán que prestó una inestimable a los nazis fue Alfried Krupp von Bohlen und Halbach. El consorcio industrial Krupp se destacó como símbolo y beneficiario de las fuerzas que amenazaron la paz en Europa.  Alfried Krupp, como presidente del Consejo de inspección y más tarde como único propietario del gigantesco consorcio armamentista Krupp, tuvo una participación extraordinariamente significativa en el desarrollo y fortalecimiento de la economía de guerra fascista.

    En esa misma línea, IG Farben, un poderoso consorcio químico, fue también un importante contribuyente financiero al Régimen nazi, entregando más de 84 millones de marcos al Partido Nacional-socialista entre 1933 y 1945. Representantes de IG Farben, como Hermann Schmitz, aseguraron un enorme apoyo financiero a Hitler después de la firma del Tratado de Múnich, en 1938.

     El banquero Hermann Abs había sido, antes de la derrota de 1945, miembro de la presidencia del más poderoso banco alemán, el Deutsche Bank, así como de otras importantísimas empresas. Después de la guerra fue condenado como criminal de guerra, pero como era esperable, las autoridades de ocupación angloamericanas se compadecieron de él y lo protegieron.

      Estos empresarios y decenas y decenas de otros más, que de forma detallada figuran en el «Libro Pardo», a través de sus conglomerados industriales y financieros no solo apoyaron financieramente al Régimen nazi, sino que también se beneficiaron ampliamente de sus políticas y programas económicos durante la era nazi.

     Después de la guerra, muchos de ellos pudieron continuar o retomar sus actividades empresariales sin ningún tipo de inconvenientes, manteniendo o, incluso, expandiendo su influencia y riqueza en la Economía de la RFA.

Fuentes:

https://canarias-semanal.org/art/35845/la-gran-estafa-de-la-desnazificacion-y-la-transicion-alemana-a-la-democracia-i-parte

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