La justificación que se ha venido esgrimiendo para este ataque con armamento nuclear por parte de EEUU, es que era una forma de finalizar la guerra y ahorrar muchas vidas.
La realidad fue bien diferente; el emperador japonés llevaba tiempo pidiendo negociaciones para la rendición, a lo que los aliados se negaron repetidamente, alargando la guerra innecesariamente, hasta que el 6 de agosto de 1945, se lanzó la primera bomba nuclear sobre Hiroshima, tres días más tarde otra sobre la ciudad de Nagasaki. Decenas de miles de personas murieron en apenas unos segundos, otros miles fueron muriendo en días sucesivos, aun en zonas alejadas como consecuencia de las radiaciones. En un primer momento se intentó justificar este genocidio argumentando que atacaban una base militar, pero lo cierto es que tanto Hiroshima como Nagasaki eran ciudades populosas.
El lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Japón no constituía en absoluto una necesidad militar para ganar una guerra que ya había sido ganada, el objetivo fue otro: intimidar a los pueblos del mundo y, en primer término al pueblo soviético, obligarles a reconocer el liderazgo del imperialismo norteamericano en el mundo de la posguerra.
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