Europa en ebullición: pero en España no se mueve ni una hoja

Aday Quesada

España: ¿un oasis de calma en medio de la cólera social europea? ¿A qué responde el fenómeno?

Europa se ha convertido, repentinamente, en escenario de un creciente descontento social, con multitudinarias manifestaciones en varias ciudades del continente. Un espectáculo social inusual en el curso de los últimos años.

Los ciudadanos europeos protestan airadamente en contra de las políticas de austeridad y el deterioro del bienestar social, mientras sus respectivos gobiernos destinan ingentes recursos económicos a los gastos militares.

En los últimos meses, en Reino Unido, miles de trabajadores han paralizado Londres en huelgas y protestas contra el aumento del coste de la vida. En Francia, las políticas de jubilación del presidente Macron han provocado huelgas, cortes de carreteras y días de multitudinarias acciones en todo el país. Alemania, por su parte, ha experimentado huelgas en el sector del transporte y en la sanidad, mientras que en Grecia, la irritación por un trágico accidente ferroviario ha sido capaz de poner en pie de guerra  a miles de  helenos.

¿QUÉ ES LO OCURRE EN ESPAÑA?

Curiosamente, sin embargo, en España no se mueve socialmente ni una sola hoja, salvo cuando las manifestaciones están orientadas a protestar por la pésima gestión sanitaria de la «derecha clásica». La realidad es, no obstante, que el estado de toda la Sanidad estatal adolece de las mismas graves deficiencias y ataques del capital privado, que afectan tanto a la Sanidad madrileña como a las del resto de las Comunidades autónomas.

¿A qué factores, pues, está obedeciendo este curioso fenómeno de insólita parálisis social que afecta al Estado español?  La respuesta parece clara. A lo largo de las últimas décadas organizaciones políticas socialdemócratas como el PSOE e Izquierda Unida, acompañadas de sus respectivos sindicatos afines, han controlado los resortes políticos, sociales e institucionales que les permiten facilitar o entorpecer la movilización social.  Por ello, cuando la protesta social favorece, directa o indirectamente, a estos partidos de la mal llamada «izquierda»,  que se disputan la administración del aparato del Estado, la movilización se produce. Por el contrario, cuando el conflicto afecta a las  instituciones municipales o autonómicas que estos partidos dominan, la protesta no se produce, salvo en los casos excepcionales en los que las organizaciones sociales o sindicales carece de concomitancias o afinidades políticas con los partidos aludidos.

En los últimos tiempos, además de PSOE e IU han venido a agregarse a esta ecuación Podemos y sus múltiples agrupaciones y marcas hijuelas. Una vez más, cuando las movilizaciones cuestionan a las instituciones cuya dirección u orientación está copada por sus representantes, la protesta es rápidamente cortocircuitada o sofocada. Cuando, en cambio, la dirección de esas entidades las ocupa la «derecha clásica» la movilización ciudadana es instrumentalizada electoralmente. Una vez conseguido el objetivo  electoral todo sigue igual pese a las promesas formuladas, tanto en el marco de las mismas movilizaciones como, posteriormente, en los programas electorales.

El hecho obedece, sin duda, a que desde que se produjera la denominada Transición de la dictadura al régimen monárquico, la urdimbre de organizaciones sociales que se construyeron durante el franquismo fueron desapareciendo víctimas, en la mayoría de los casos, de esa instrumentalización partidaria a la que fueron sometidas a lo largo de las últimas décadas. El panorama desolador que hoy podemos contemplar, desde el punto de vista de la organización de la sociedad, ha provocado que en el Estado español esté resultando tan difícil, pese a la gravedad de la situación económica, la movilización social.

80 AÑOS DESPUÉS SE REPITE LA MISMA DISYUNTIVA: «CANOÑES O MANTEQUILLA»

Tanto en España como en el resto de Europa, sin embargo, aunque las circunstancias específicas varían, las objetivas son muy similares: gobiernos que aplican políticas de austeridad, que recurren a las privatizaciones y recortan servicios públicos, favoreciendo a los intereses del gran capital . La aplicación de este tipo de políticas está provocando, tanto en el conjunto de Europa como en España,  un crecimiento desconocido en los últimos años de la precariedad y la pobreza.

No obstante, mientras los diferentes Gobiernos de la UE alegan falta de recursos para atender las demandas sociales no están escatimando un euro para invertirlo en gastos militares. España, Reino Unido, Francia, Alemania y Grecia han anunciado incrementos escandalosamente significativos en sus presupuestos de Defensa, en claro detrimento del bienestar de sus ciudadanos.

En estos momentos, pues, a Europa se le plantea un dilema crucial: o seguir el camino trazado por Estados Unidos, un país que parece haber optado por el recurso de la  guerra mundial, si ello fuera preciso,  para seguir manteniendo su hegemonía planetaria; o desengancharse del agresivo «carro de guerra» estadounidense, que vuelve a poner a sus ciudadanos ante la vieja disyuntiva de escoger, como sucediera en 1939, entre los cañones y la mantequilla. Es decir, entre la guerra y el sacrificio de los gastos sociales y una vida mínimamente digna.

Fuentes:

https://canarias-semanal.org/art/34208/europa-en-iracunda-ebullicion-pero-en-espana-no-se-mueve-ni-una-hoja

Uso di Cookies

Questo sito utilizza i cookies per voi di avere la migliore esperienza utente. Se si continua a navigare si acconsente all'accettazione dei cookie di cui sopra e l'accettazione della nostrapolitica dei cookie, fai clic sul link per maggiori informazioni. Cookie Policy

ACEPTAR
Aviso de cookies