La aparición de los primeros Estados está directamente vinculada a la aparición de las clases sociales antagónicas, esclavos y esclavistas. La esencia misma del Estado, es formar el aparato de opresión contra las clases oprimidas.
Al igual que una sandía sigue siendo sandía tenga la forma redonda o alargada, el Estado, tenga la forma que tenga, sigue siendo la herramienta de opresión de la clase dominante, u “órgano de violencia de una clase sobre la otra”, como decía Lenin en “El Estado y la Revolución”.
Puesto que el Estado es una herramienta de la clase dominante, la clase dominante otorga al Estado el derecho de reprimir, de ejercer la violencia, incluso contra sus propios miembros, cuando esos se saltan las normas. Es por ello que algún que otro representante de la clase dominante aparece periódicamente en el banquillo de los acusados o incluso acaba en la cárcel.
Las normas permiten meter mano en los bolsillos de obreros y pequeñoburgueses, pero si uno mete mano en las arcas del Estado fuera de las normas aprobadas, significa robar a la burguesía. Esto también se castiga.
En cualquier caso, en comparación con el robo que comete la burguesía legalmente a millones de trabajadores, se podría decir que son casos estadísticamente insignificantes.
Cualquier Estado ejerce la represión, para eso existe.
Un Estado obrero ejerce la represión sobre sus enemigos. ¿O alguien piensa que los obreros, una vez le dan la vuelta a la tortilla y empiezan a dominar, no deben defenderse? Por supuesto que sí. Es por ello, por cierto, que decimos que la contrarrevolución en la URSS se fraguó con la victoria de los antiguos trotskistas, los Krushovitas, en 1961 con la aprobación del tercer programa del partido, donde se eliminó la dictadura del proletariado.
Todo Estado es dictadura de la clase dominante. Todo Estado reprime a los que actúan en su contra.
Para eliminar la represión se debe eliminar al Estado. Y la única forma de hacerlo es ejercer la dictadura del proletariado encabezada por la clase obrera, la única clase que por su posición en el modo de producción está objetivamente interesada en la eliminación total de clases sociales, primero antagónicas y después de cualquier clase social.
Sin clases sociales no hay Estado. Si no hay Estado, no hay represión.
R.H.
Fuentes: