La tasa decreciente de la ganancia, las burbujas especulativas, los monopolios y las crisis de sobreproducción

Rubén Vázquez Moya

Las burbujas especulativas se producen por un aumento irracional de la demanda en una mercancía (duradera, por ejemplo, una vivienda) cuya oferta no aumenta al mismo ritmo que la demanda por la existencia de un monopolio en la rama de producción que produce esa mercancía, de tal manera que se produce una separación vertiginosa del

Las burbujas especulativas se producen por un aumento irracional de la demanda en una mercancía (duradera, por ejemplo, una vivienda) cuya oferta no aumenta al mismo ritmo que la demanda por la existencia de un monopolio en la rama de producción que produce esa mercancía, de tal manera que se produce una separación vertiginosa del precio respecto al valor-trabajo de la mercancía, los compradores ganan poder adquisitivo con la subida del precio de su mercancía, lo que alimenta la burbuja especulativa en una subida constante de la demanda que produce un círculo vicioso que sólo rompe el endeudamiento. El capital bancario quiebra y la tasa decreciente de ganancia del capital industrial hace que no soporte la pérdida de tanta plusvalía bajo la forma de capital-monetario (que, en vez de destinarse a inversiones productivas se destina al pago del endeudamiento provocado por la burbuja especulativa).

No obstante, la burbuja especulativa (la llamaré para resumir la causa de la misma, la contradicción monopolio-oferta y demanda, en tanto que el monopolio hace que pierda vigencia la ley de la oferta y la demanda; si la fase monopolista del capitalismo de estado es la época del imperialismo y la revolución proletaria, también lo es de las burbujas especulativas) no produce la crisis, sino que la agudiza, la causa de la crisis se llama contradicción de la tasa decreciente de ganancia (resumida aquí: cuando los progresos técnicos se generalizan, la tasa de ganancia decrece como consecuencia de que estos progresos técnicos aumentan la composición orgánica del capital disminuyendo su parte variable, esto es la fuente de la que emana la plusvalía, la ganancia, es decir, los avances tecnológicos que hacen que la composición orgánica del capital sea más alta, por la búsqueda de la ganancia extraordinaria, se revelan en una cuota decreciente de ganancia que sólo puede ser compensada por un crecimiento económico ilimitado que choca con la capacidad limitada del crecimiento del consumo tanto productivo como no productivo, de ahí que la crisis tome forma de superproducción de mercancías. La crisis es, pues, una ruptura en el equilibrio de la producción con el consumo debido a la necesidad de crecimiento de la producción que la tendencia al descenso de la tasa de ganancia impone, reestableciéndose el equilibrio mediante un proceso de destrucción de capitales), ante esta contradicción el capital busca una mayor tasa de ganancia en las burbujas especulativas aumentándolas acorde con la cada vez menor tasa de ganancia, lo que agudiza sobremanera la crisis una vez que se produce. De esta manera, la contradicción fundamental del capital productivo (la contradicción de la tasa decreciente de ganancia) queda cubierta bajo la gruesa capa de las burbujas especulativas, los economistas burgueses confunden así los síntomas con las causas de la enfermedad, lo que les lleva a aplicar políticas económicas que no tienen en cuenta la causa de la crisis, creen que se encuentra en el capital bancario, pero se equivocan, la causa de la crisis está en el capital industrial/productivo, por ejemplo, las políticas keynesianas. Los economistas keynesianos, no tienen en cuenta que el límite de la inversión no está en el exceso de ahorro solamente (la relación ahorro-inversión se desequilibra hacia el lado del ahorro por una marcada reducción de la inversión para hacer frente a este hiper-endeudamiento), pues equilibrada la relación ahorro/inversión mediante las políticas de inversión pública, la inversión productiva, vuelve a chocar con su límite fundamental, la limitada capacidad de consumo, que una vez superada por la inversión pública, vuelve a producir superproducción de mercancías e inflación por el crecimiento de la cantidad de dinero que no es absorbido por la circulación, a esto lo llamo, el límite del multiplicador keynesiano, demostrado en la década de los setenta con las crisis del petróleo. Otro importante límite del multiplicador keynesiano, que impide que se reestablezca el mantenimiento o la superación de la plusvalía total, es el descenso de la tasa de plusvalía que produciría la inversión pública, pues el valor de la mercancía-fuerza de trabajo aumentaría por la disminución de su oferta, por la disminución del número de parados, lo que Marx llamaba ejército de reserva. Esta disminución de la tasa de plusvalía haría disminuir la tasa de ganancia agudizando la contradicción de la tasa decreciente de ganancia e imposibilitando el mecanismo estabilizador de la tendencia al descenso de la tasa de ganancia, el aumento de la plusvalía total.

¿Cómo puede entonces el capitalismo superar esta contradicción y volver a la senda del crecimiento después de la destrucción de capitales? Una vez equilibrada la relación entre la producción y el consumo mediante la destrucción de capitales, el capital vuelve a crecer de manera paralela al consumo buscando nuevas innovaciones tecnológicas que permitan un nuevo período de crecimiento de la producción haciendo aumentar de nuevo la composición orgánica del capital y haciendo disminuir de nuevo la cuota de ganancia una vez que se generalizan las innovaciones tecnológicas. De esta manera la tasa decreciente de ganancia vuelve a impulsar una necesidad de crecimiento económico ilimitado que vuelve a chocar con la barrera del limitado crecimiento del consumo, produciendo otra crisis acompañada de una burbuja especulativa que desencadena la crisis. Este proceso fue descubierto por Kondratiev, quién dedujo que las fases de crecimiento y crisis periódicas se deben a los períodos de desgaste del capital fijo y su reposición; si bien tiene razón en que esto produce crisis, las produce cada diez-quince años y son pequeñas crisis que sin relacionarlas con las olas de innovaciones tecnológicas, no tienen sentido, pues sin las innovaciones tecnológicas, los períodos de desgaste del capital fijo no coincidirían en la mayoría de las ramas de producción y no se producirían las crisis. Otro economista soviético de la época de Lenin, llamado Alexander Bogdanov, relacionó estas fases de ascenso de la tasa de crecimiento y descenso de la tasa de crecimiento (ondas largas de Kondratiev) con la tasa de ganancia; el proceso de las ondas largas de Kondratiev, de acuerdo con la explicación acertada de Bogdanov.

Una manera de equilibrar la tasa decreciente de ganancia durante la fase de descenso de la onda larga de Kondratiev, es la acumulación por desposesión: si el límite del aumento de la plusvalía se encuentra en la limitada capacidad de consumo, el capital privado puede superar esta barrera a costa del sector público, creciendo ocupando el espacio del sector público, ¿cómo? A través de privatizaciones, sencillamente, robando de manera descarada la propiedad pública de algo. Otra forma de contrarrestar mediante el crecimiento económico la tasa decreciente de ganancia, más violenta y odiada, es el imperialismo, la obtención de mercados donde vender el capital-mercancías que el consumo del país imperialista no puede absorber para evitar la crisis de superproducción de mercancías y la obtención de materias primas (capital contante circulante) a un precio barato, para disminuir la parte constante de la composición orgánica del capital aumentando así la parte correspondiente a la plusvalía, aumentando la tasa de ganancia mediante un proceso excepcional de búsqueda de la ganancia extraordinaria disminuyendo el precio del capital constante con un control monopólico de las materias primas de un país, en vez de seguir el siguiente proceso: puesto que el precio de una mercancía se establece como promedio por la competencia tendiendo hacia el valor medio, al aumentar el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, el valor del capital-mercancías resultante del proceso de producción se reparte entre más mercancías, disminuyendo el valor-trabajo de cada mercancía respecto a su valor anterior y al valor-trabajo medio de las demás mercancías producidas por empresas de la competencia, de manera que el capital-mercancías se vende a un precio superior a su valor específico, resultando esta diferencia, un añadido a la plusvalía anterior, hasta que, la innovación tecnológica (aumento del grado de desarrollo de las fuerzas productivas) se generaliza aumentando al composición orgánica del capital y disminuyendo la tasa de ganancia. La lucha por el control monopólico de los mercados y materias primas de los países dominados por las potencias imperialistas es lo que produce las guerras imperialistas, un rentable negocio además si se tiene en cuenta el crecimiento resultante de las tareas de reconstrucción por la destrucción de capitales ajenos. Otro rentable negocio de las guerras imperialistas, es la venta de armas a los mercenarios que ellos mismos crean, como el ISIS en Siria.

Como prueba de que las burbujas especulativas no producen la crisis, añadiré que durante la fase de ascenso de la onda larga de Kondratiev en que la tasa decreciente de ganancia es contrarrestada y superada por el crecimiento económico, la tasa de ganancia del capital industrial aguanta de sobra la constricción del crédito, es decir, la pérdida de capital-monetario, que la burbuja especulativa produce al romperse, mientras que en la fase de descenso de la onda larga de Kondratiev, la tasa de ganancia es menor, por lo que no aguanta esta restricción del crédito que la burbuja especulativa produce al romperse, actuando la contradicción monopolio-oferta y demanda como un desencadenante (la gota que colma el vaso) de la crisis, que, como su forma de superproducción de mercancías indica, su causa debe ser otra, pues la especulación no explica este fenómeno, mientras que la contradicción de la tasa decreciente de ganancia si, luego ahí está la causa de la crisis. Huelga decir que los economistas burgueses, como siempre, se quedan en la superficie, en los hechos (porque su método “científico´´ es contrario al materialismo dialéctico), sin ver la verdadera causa de los hechos, ven la superestructura, pero no la estructura, los árboles les impiden ver el bosque.

Terminaré el artículo criticando la teoría burguesa de la tasa decreciente de ganancia, ellos lo llaman ley de los rendimientos decrecientes, su teoría se resume en que la productividad crece, pero cada vez menos. Esto no es más que un atenuante de la contradicción que no la resuelve. El descenso del impacto que tiene una innovación tecnológica en la actividad económica, si bien esto es cierto, no es esto a lo que se debe la tasa decreciente de ganancia, pues con un descenso de la productividad se frenaría la disminución de la tasa de ganancia de acuerdo con sus verdaderas causas, la tasa decreciente de ganancia no se debe a un descenso de la productividad por la elevada composición orgánica del capital, sino más bien a lo contrario, una elevada productividad que hace que la composición orgánica del capital sea cada vez más alta, hecho que se revela en una cuota decreciente de ganancia. A demás la lógica del argumento falla en lo que se refiere a la absoluta ignorancia de que el crecimiento es exponencial, un crecimiento exponencial que se ve limitado por la capacidad limitada de consumo, ellos transforman la naturaleza del crecimiento exponencial en decreciente como resultado de la absoluta equivocación de las causas de la tasa decreciente de ganancia, que no se halla en la productividad decreciente sino por el contrario, en la productividad creciente.

Rubén Vázquez Moya. 08/01/2017.

Fuentes:

La tasa decreciente de la ganancia, las burbujas especulativas, los monopolios y las crisis de sobreproducción

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