Aunque la burguesa se vista de obrera, burguesa se queda

Inés y Tatiana

Yolanda por aquí, Yolanda por allá. En los últimos meses vemos como en cada medio en el que aparece Díaz se la retrata como la salvadora que acabará con nuestra precariedad y pobreza.

La realidad es que por más medidas que la ministra suelta, la verdad es que como parte de la socialdemocracia solo sirve al capital y su paz social necesaria, que solo concede mínimos beneficios que tengan a la clase obrera calmada y sumisa, no vaya a ser que se organicen.

Mientras nos vende que quiere que la mejora de la calidad de vida de las trabajadoras, se negó a reunirse por más de un año con las trabajadoras del colectivo SAD y aprueban un decreto in extremis que contempla solo algunas de las reivindicaciones de las trabajadoras del hogar en lucha durante años. Y su medida estrella, la tan famosa reforma laboral solo satisface, como no, a empresarios y patronal que la alaban abiertamente, mientras deja indiferente la vida de obreras y obreros.

Y es que aunque presuma de su origen “obrero”, la realidad es que Yolanda no nos representa.

No nos representa porque ella nunca trabajará en los empleos más precarios, nunca la hemos visto ni veremos como camarera de piso, en una conservera a destajo, ni combinando dos trabajos precarios mientras busca tiempo para la inexistente conciliación familiar. No se verá ningún mes en la difícil decisión de elegir si pagar el alquiler o el dentista de su hija, ni llegará a la caja del supermercado temblando por el desorbitado precio de la cesta de la compra. Tampoco es una de esas mujeres que no puede incorporarse al mercado laboral por cuidar descendientes o ascendientes, ni tiene que ir corriendo de un empleo precario a otro para comprar la comida y pagar los extras de las criaturas o el comedor escolar. Porque sus modelitos, siempre impecables, diáfanos, pastel no tienen nada que ver con las mujeres de las colas del hambre, hasta chirría cuando se viste casual, para intentar darnos burguesilla por trabajadora. Su estrellato construido no nos empodera, porque está vendiendo lo viejo de lo viejo: rostro humano a un sistema chorreante de exclusión y explotación.

Su discurso lleno de “escucha, feminismo y cuidados” está vacío cuando ha participado de un gobierno que apoya abiertamente la intervenciones de la OTAN y el envío de armas a Ucrania, ejecuta devoluciones en caliente, mantiene abiertos los CIE, limita el derecho al aborto a las migrantes sin papeles, restringe los derechos laborales plenos a las trabajadoras del hogar, aprueba una reforma laboral pírrica que perjudica a la clase trabajadora, pero especialmente a los sectores más vulnerables y precarios como son la juventud, las migrantes y las mujeres.

Las propuestas de esta nueva convocatoria electoral, con los llamados al “mal menor”, a taparse la nariz votando para “parar a la derecha”, “la única alternativa” frente a la extrema derecha, esconden los hechos de estos últimos cuatro años. Que este gobierno y esta ministra, han defendido políticas reaccionarias como la respuesta ante la crisis migratoria en Ceuta, la masacre en Melilla, la no-derogación de la ley de extranjería o de la ley mordaza y que voten a una antiabortista, Concepción Espejel, para la renovación del Tribunal Constitucional.

Han trabajado para institucionalizar y desmovilizar los movimientos como el feminista, el antirracista, LGTBI y el obrero en alianza con las burocracias sindicales, dejándonos sin la verdadera herramienta contra el fascismo, la lucha.

Nos venden el éxito político de Yolanda Díaz como un referente de empoderamiento femenino, la política mejor valorada según el CIS, pero para nosotras la realidad es que es un rostro más de este sistema, con sus propuestas de reforma desde dentro, socialdemócratas, “su poder” ni nos representa ni da esperanzas a la mujer trabajadora.

A nosotras sí nos representan las mujeres que en este último año han protagonizado conflictos laborales y huelgas, la mayoría con éxito, las que están en la primera línea de la lucha contra la precariedad, por nuestros derechos, contra la represión… Las valientes trabajadoras de la Plataforma Unitaria de Sociosanitarias de Atención en Domicilio (SAD), de las Kellys y las limpiadoras del Museo Guggenheim, la Universidad de Las Palmas o las dependientas de Inditex en huelga, las jóvenes que se movilizan contra la crisis climática provocada por el capitalismo, contra las agresiones LGTBIfóbicas…

Desde estas páginas hemos defendido sus reivindicaciones y somos conscientes de su potencial, del esfuerzo que están haciendo diversos sectores para recomponer fuerzas, para construir un feminismo anticapitalista, antirracista, antimperialista y antipatriarcal, opuesto al feminismo burgués en todas su versiones, ya sea el de la derecha, hasta el progresista y reformista. Un feminismo de clase que aúne todas aquellas luchas de trabajadoras y trabajadores que plantan cara a la crisis actual del capital. En esa batalla nunca estará Yolanda y por eso no nos representa.

Fuentes:

Aunque la burguesa se vista de obrera, burguesa se queda

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