DIAS VERDES EN LA RED
por Martín Salías
Comentamos un cuento y una novela del principal ideólogo
del movimiento cyberpunk. Como veremos, en ambos se
esboza el posible reposicionamiento social de los
hackers.
Para quienes aún no lo saben, Bruce Sterling es, junto a
William Gibson, uno de los grandes gurúes del cyberpunk
(quienes no sepan qué es el cyberpunk, y tengan interés
en saberlo, están invitados a leer los números atrasados
de Virus Report). Más específicamente, podríamos definir
a Sterling como el mayor ideólogo del cyberpunk. Y esto
no es por quitar mérito a tipos como Norman Spinrad (un
antecesor), o el mismo Gibson (el más famoso), sino
resaltar su aptitud propagandística y de estudio.
En primer lugar, el fue el compilador de "Mirrorshades,
the cyberpunk antology", la gran antología que diera a
conocer en forma masiva los trabajos de William Gibson,
Lewis Shiner, Rudy Rucker, John Shirley y los demás
iniciadores del movimiento.
Además, debemos tener en cuenta que Sterling se interesó
también por la 'real' de esta corriente (que hoy comienza
a ganarse el apelativo de 'cultura'). La prueba más
tangible es su libro "The hacker Crackdown" (ver V.R. 9),
un extenso estudio acerca de los hackers, las comunidades
virtuales, la marginalidad tecnológica, etc. Y son de
gran importancia también sus ensayos, aparecidos en
diversas publicaciones, o sus declaraciones en
reportajes, en los que siempre tiene lugar para
definiciones y ejemplificaciones de lo que es y lo que no
es cyberpunk.
Y además de su labor ensayística y de divulgación,
también escribe. Y lo hace muy bien. Algunas de sus obras
son "Involution Ocean", "El chico artificial",
"Schismatrix", "Islas en la red", "Crystal Express", y la
reciente "The Difference Engine", en colaboración con
W.Gibson.
Pero en esta nota hablaremos específicamente de dos de
ellas: la antología de cuentos Crystal Express,
refiriéndonos en detalle al relato Días verdes en Brunei,
y la novela Islas en la red.
Crystal Express está separada en tres partes poco o nada
relacionadas temáticamente (más allá de estar todas
englobadas dentro de géneros similares):
Formador/Mecanicista, Ciencia Ficción y Fantasía. La
primera continúa la serie de relatos que comenzaran en
"Schismatrix", sobre el futuro de la humanidad dividida
en dos facciones, la Formadora, que utiliza la ingeniería
genética para mejorar la raza, y la mecanicista, que hace
lo suyo mediante la cibernética. Las otras dos partes
están formadas por cuentos independientes de cf y
fantasía, entre los que destacan "Fantasma", "Lo hermoso
y lo sublime", "Flores de Edo", y de un especial interés
para nosotros, "Días verdes en Brunei".
La historia es la de Turner Choi, un ingeniero chino-
canadiense enviado por Kyocera, una multinacional
japonesa, a Brunei Town, Borneo, para reactivar una
fábrica robotizada. El relato está ambientado en futuro
no muy lejano, pero la situación tercermundista hace que
la tecnología de la cual se nos habla sea la actual (al
menos la del '85, cuando se publicó por primera vez el
cuento). Y mediante este recurso, sumado al extraño
ambiente de una nación pobre, con pocos recursos y un
entorno político con extranjeros ociosos, Sterling teje
una trama de amor y aventuras basada en una red de correo
electrónico underground y marginal, y plantea una
atmósfera que se acerca mucho a situaciones que no son
cotidianas, quizá más aún a nosotros aquí en la punta de
Sudamérica, que a los mismos gringos.
Estas ideas, brillantemente expuestas en la brevedad de
"Días verdes...", daban para mucho más y si uno se queda
rumiándolas, como lector, lo mismo debe haberle sucedido
a Sterling, que poco tiempo después escribiera Islas en
la red. La extensión de esta novela le permitió ahondar
mucho más en varios de los puntos delineados en el
cuento, pero además los enriqueció con multitud de
detalles, y un objetivo final diferente. No debe pensarse
que se encontrarán personajes o situaciones comunes entre
uno y otro. El cuento es redondo y perfecto en sí mismo.
Lo que comparten ambos es la visión de un futuro que liga
la tecnología con el tercer mundo y el "Nuevo orden"
mundial en una forma totalmente novedosa.
Islas en la red cuenta la historia de Laura Webster, una
"asociada" a la multinacional Rizome, corporación que
practica y difunde la "democracia económica", un sistema
donde nadie es empleado sino asociado, y los directorios
se eligen por voto. Este estilo de vida y de management,
imaginado a partir de ciertas formas de comercialización
que hoy existen, se ve puesto en peligro por la creciente
influencia de los "piratas de datos", y las peleas de sus
distintas facciones.
Estos piratas son ni más ni menos que la reorganización
bajo una bandera de los veteranos hackers premilenio (el
argumento está situado entre los años 2010-20). Así,
pequeñas naciones tercermundistas dependen política,
social y económicamente de esta actividad. La isla de
Granada y Singapur, en este caso, son los puntos claves
del relato. Allí se han auto expatriado los hackers,
phreakers y técnicos de todo el mundo, y se dedican a
subsistir drenando información de "la red".
La red de la que nos hable Sterling es la cristalización
de la autopista informática, y cubre todo el mundo con
enlaces de audio/video/datos y demás. La gente de clase
media como Laura y su esposo David utilizan "relófonos",
especies de movicoms de muñeca con funciones de terminal,
la conjunción de los actuales gadgets tecnológicos en un
sólo producto tan ubicuo y natural para los personajes
como para nosotros un walk-man.
Pero bien, la red maneja volúmenes de información tan
inmensos que no puede archivarlos y procesarlos. Ese es
el trabajo de los piratas. Ellos colectan, relacionan y
archivan la información en forma ordenada, manteniendo
legajos de todo, que después venden a las corporaciones
en forma disimulada. Para eso se agrupan en sus "paraísos
de datos", en pequeños países o inmensos buques factoría
petroleros caídos en desuso; verdaderas ciudades
flotantes, autónomas y móviles.
Pero estas agrupaciones anárquicas degeneran en políticas
enrarecidas, donde comienzan a surgir atentados y
guerrillas, en los que quedarán mezclados los burgueses
Laura y David Webster, y les hará conocer un mundo que no
imaginan.
La novela, desarrollada en base a todo esto, es fabulosa,
y tiene un montón de situaciones y detalles que la
enriquecen, pero fundamentalmente es muy valiosa por ser
uno de los primeros planteos a conciencia de lo que
sucederá con la marginalidad tecnológica al
institucionalizarse el cyberespacio, ese territorio
explorado hasta hoy por unos pocos pioneros, donde
abundaba la libertad de expresión y movimiento sin
mayores limitaciones, y donde los contornos de lo legal y
lo formal eran difusos. La realidad es que la
"infraestructura nacional de información" de Clinton y
Gore, incluso la expansión actual de la InterNet a cada
vez mayor cantidad de entidades comerciales y
organizaciones formales, está cambiando las reglas del
juego. Hoy el submundo de los hackers ha privilegiado
sobre su bandera de "information should be free" (la
información debe ser libre), la de "networking for the
masses" (redes para las masas), y hacen presión por todos
los medios posibles para evitar que la redes se
conviertan en un instrumento de vigilancia y control de
las actividades individuales.
Esto refuerza la importancia de la novela de Sterling, y
nos muestra una perspectiva tal vez un poco alarmista y
exagerada, pero al menos, nos da pautas claras de qué
cosas pueden llegar a suceder, y sobre todo nos muestra
que estas nuevas tendencias globalistas en lo tecnológico
tendrán cada vez un mayor impacto político y social.
Crystal Express, Bruce Sterling, 1989
Ultramar, Ciencia Ficción 124, 136 págs.
Islas en la red, Bruce Sterling, 1988
Título original: Islands in the Net
Ediciones Destino, Cronos II, 476 págs.
Martín Salías trabajó en Investigación y Desarrollo en
una importante empresa nacional, dirigió departamentos de
capacitación y soporte, y hoy tiene su propia consultora,
Merino Aller & Asociados. Tambien es miembro del Círculo
Argentino de Ciencia Ficción y Fantasía (CACyF). Años
atrás dirigió la revista de ciencia ficción GURBO,
durante 12 números, y posteriormente ha colaborado en
Otros Mundos, y otras publicaciones. Puede ser contactado
a través de FidoNet en 4:901/303.11 o Internet en
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