Las divertidas aventuras de PEPO
PARTE 2
Entonces todos fueron felices. Las Mariposillas volaban por todas partes, los pajaritos contaban incesantemente composiciones de los grandes músicos y los elefantes bailaban al son de la balalaika que tocaban los sapos. Habían ArcoIris por todas partes y del suelo brotaban gominolas. Los Tinos, con sus cabezas deshinchadas, paseaban por las calles como uno más, los pollos fritos se encargaban de reconstruir los edificios y los Pepos, como decía la vieja leyenda, devolvieron sus plaquitas identificativas al SuperPepo para convertirse todos juntos, como hermanos, en fieles súbditos del Dios SuperPepo.
Todos los monumentos del Gran Cabeza en el planeta fueron abólidos, las calles fueron reasfaltadas esta vez con la cara de Superpepo, y el sonriente Gran Cabeza que adornaba el papel higiénico fue reemplazado por las palabras "Superpepo, nuestro Dios y nuestro padre". A partir de entonces todos los Pepos se llamarían entre sí "Fiel súbdito número 1", "Fiel súbdito número 2..." o, si no, Pepo1, Pepo2... Todas las fuerzas hostiles del planeta Pepo y que tantas guerras habían provocado en el pasado dejaron sus anteriores asentamientos y se fueron a vivir al imperio del Salchichón. Por fin el planeta, tras casi 10.000 años de continuas luchas comprendía qué era aquello que siempre habían estado buscando mediante la guerra lo que ahora tenian... La paz...
El Gran Pollo Frito Cabezón, que había mostrado su claro apoyo a los Tinos se rindió pero, al no manifestar su amor por el Salchichón, fue desterrado a la Tierra.
Todos los Tinos, Pollos Fritos o incluso Pepos que no se encontraron de acuerdo con el mandato de SuperPepo, a pesar de no ser muchos en número, fueron lanzados en el Cañon de lanzamiento de basura espacial hacia la Tierra.
Pepo, o SuperPepo, se pasaba casi todo el tiempo de su reinado sentado en su trono comiendo cacahuetes cuando no estaba pelando judias. Sus alitas y su cara angelical, así como su resplandor celestial habían ido desapareciendo poco a poco, solo duraban las primeras semanas del reinado y después iría transformándose lentamente en un ser muy parecido a un Pepo común, pero con ligeras diferencias.
Allí, sentado en su trono, tuvo mucho tiempo para pensar y reflexionar. Pensó en su padre, que había muerto luchando contra lo que ahora eran aliados y pensó en su madre. La última vez que la vió estaba sentado encima de ella y se vió obligado a meterle una buena tanda de patadas para que el guardía no le tomara por loco.
¿Donde estaría ahora?... La buscó por todas partes, desenterró a todos los muertos de las batallas, rebuscó en los vertederos, y al final, preguntando a los más viejos del lugar se enteró de que había muerto de pena al ver que a su hijo se lo llevaban a la cárcel.
Se había quedado completamente solo: No tenía padre ni madre. Solo le quedaban las toneladas y toneladas de salchichón y chorizo que el reino había ido extrayendo de las minas, así que decidió construirse unos padres a base de chorizo y salchichón, y lo hizo. No obstante el invento no funcionó: los padres de salchichón y chorizo no daban mucha conversación y casi nunca respondían a las preguntas. Además, acostumbraban a desmoronarse cada cierto tiempo y al cabo de los días un olor a podrido y a basura impedía a Pepo acercarse para darles los buenos días.
Entonces fue cuando nació en Pepo la extraña obsesión por hacer figuritas con salchichón. Dejó de comer cacahuetes y pelar judias y gastó todo su tiempo en hacer a todas horas figuritas de salchichón con las más diversas formas. Algunas ni siquiera el mismo sabía lo que significaban, pero se imaginaba que eran presagios de un próximo futuro...
Mientras tanto, en la Tierra, el planeta Tinolizado, El Gran Cabeza, El Gran Pollo Frito, los Tinos que no habían viajado al planeta Pepo, los desterrados del planeta Pepo y una pequeña resistencia humana seguían malviviendo. El planeta era demasiado pequeño para el enorme tamaño que las cabezas de los Tinos habían adquirido. Era impresionante. Las largas investigaciones de tantos años por fin habían obtenido su fruto. Algunos renegados Pepos que fueron desterrados al planeta donaron su cuerpo a la ciencia, incluso algún que otro CabezaRoja y CabezaVerde, y al fin los Tinos pudieron concretar cual era el intrigante secreto de la divertida iluminación intermitente de sus cabezas.
Avanzaron científicamente una barbaridad. Crearon Tinotantes híbridos de máquina y Tinos con la cabeza infinitamente superior, incluso, a la del Gran Cabeza. La gran ventaja de los híbridos era esa: al tener la mitad cibernética podían sobrepasar ese estúpido límite en cuanto a tamaño de cabeza que venía atormentando al Gran Cabeza desde hacía tiempo y, mediante una simple fusión entre Tinos, podían sumar más y más volumen, con la única restricción de no alterar las trayectorias de los planetas.
Se habían armado hasta los dientes. El antiguo modo de ataque "A cabezazo limpio" fue quedándose anticuado y nuevos implantes de bazokas en los brazos, misiles en las orejas y rayos láser en el culo convertían a cualquier Tino en un arma letal. Los más avanzados tiraban misiles nucleares por los ojos, tenían ruedas de tanque y alas de F-14. Dedicaron todo su tiempo a seguir mejorando sus armas para hacerlas más abundantes y destructivas; las naranjas fueron sustituidas por modernos y muy sofisticados aguacates explosivos que solo causarían daños a los Pepos, los melones lanza-pipas se reemplazaron por boniatos inteligentes capaz de buscar, perseguir y aniquilar el objetivo durante kilómetros con un margen de error del 2% y las remolachas ácidas continuaron siendo utilizadas, si bien en menor medida y con una mutación genética que las hacía ser más grandes y más ácidas.
Al cabo de tres duros años de investigaciones y actualizaciones en los ejércitos, las hordas de Tinos estaba preparada de nuevo para la lucha, para la 4ª y definitiva gran batalla contra los Pepos.
Mientras tanto el imperio continuó creciendo y creciendo más y más... Nuevos pobladores se unieron a los ya existentes. Las últimas incorporaciones al gran reinado fueron los misteriosos Patos-Gatos que traían consigo algunos guerreros Pepo que lograron rescatar en la 3º gran batalla contra los Tinos antes de que las hordas de Tinos los masacraran junto con el resto del poblado.
Mientras tanto, Pepo continuó con su extraña manía de hacer figuritas de salchichón. Para estar más tranquilo decidió meterse en el alcantarillado de la ciudad; para no ser molestado mayormente y porque le gustaba el tufillo que allí se respiraba en menor medida... Allí pasaba su tiempo haciendo más y más figuritas de salchichón... El solo se concentraba en el salchichón y sus manos comenzaban a moldearlo, al principio empezó haciendo esferas... Esferas cada vez más y más grandes... se preguntaba si... tal vez... solo tal vez... esto pudiera tener algún tipo de significado...
Pepo comenzó a obsesionarse con aquello. Se pasaba los días y las noches moldeando y moldeando... No paraba de moldear estrambóticas figuras a las cuales no podía dar significado pero que le causaban miedo por alguna extraña circunstancia que no llegaba a comprender...
Mientras tanto en la superficie los habitantes se encontraban inquietos. Todos se preguntaban en donde estaba su señor Pepo... algunos rumores en torno a la salud mental de Pepo comenzaron a circular por toda la ciudad... la gente se agolpaba en el palacio del Salchichón preguntando en donde estaba Pepo...
Pese a que Pepo ordenó esplicitamente que nadie le molestara mientras moldeaba algunos súbditos suyos fueron a advertirle de lo que sucedía en el exterior, pero Pepo parecía no entender lo que le decían... les miraba de arriba a abajo e instantes después continuaba moldeando...
La gente cada vez estaba más inquieta, algunos se habían ya dado cuenta de que su estado aún no tenía nombre y eso les ponía muy nerviosos... la gente no sabía que poner en los remites y la histeria se apoderó de los habitantes...
Las mariposillas que hasta entonces volaban por todas partes alegrando el paisaje decidieron dejar de volar y se convirtieron en reptiles de un tono grisaceo.
Los pajaritos dejaron de cantar y por tanto los elefantes de bailar.
Los sapos continuaron tocando la balalaika anteponiéndose a la situación pero debido a la confusión reinante alguno que otro fue apaleado por equivocación y en respuesta estos decidieron traer de nuevo las ratas que en su día se llevó el flautista de Hamelin a modo de venganza.
Los ArcoIris que llevaban sin cobrar varios meses decidieron irse a otros planetas e incluso alguno que otro se quedó volando por el espacio sin rumbo fijo.
Del suelo comenzaron a brotar salchichas carnivoras que mordían a los Pepos, estos, se quejaban de que las salchichas carnívoras solo les mordían a ellos así que cerraron las minas de chóped, salchichón y chorizo y comenzaron a lanzar cócteles Pepotov contra los Pollos Fritos y los Tinos que hasta ese momento se habían mantenido al margen.
Los Pollos Fritos se volvieron de nuevo dorados pese a que se les había prohibido esplicitamente por ser considerado contraproducente para el desarrollo visual del resto de los habitantes de lo que fue llamado a partir de entonces... El Mundo Sin Nombre... Casi de manera paralela los Tinos volvieron a hinchar sus cabezas con mantequilla y comenzaron a derribar todo aquello que habían restaurado en los meses anteriores...
Un nuevo aviso del caos reinante fue dado a Pepo una vez más, pero esta vez Pepo ni siquiera tornó la cabeza para reconocer el mensajero... él simplemente continuó moldeando y moldeando... el aspecto físico de Pepo había vuelto a cambiar una vez más y ahora se asemejaba bastante al que tenía cuando aún se encontraba sentado encima de su madre... su pepez intelectual había vuelto a descender y de nuevo se convirtió en uno de La Mierda...
El reino se disperso rápidamente. Todos los Pepos volvieron a coger sus plaquitas identificativas creando multiples conflictos porque algún que otro La Mierda se había cogido una plaquita de Burócrata y se había ido del país corriendo para no ser alcanzado. Los mismos Pepo se atacaban los unos a los otros. Los Tinos atacaban a los Pollos Fritos y en consecuencia los Sapos y las Mariposillas Asesinas (así se nombraron después de su mutación en reptiles) se aliaron para atacar a los Calcetines y a las Salchichas Carnívoras. Los Calcetines se habían mantenido hasta entonces al margen de todo pero aprovechando la confusión habían pensado en apoderarse de las ahora abandonadas minas de salchichón y chorizo para poder reconstruir sus colonias y desodorantes que habían sido seriamente dañadas después de las inundaciones de caldo de tomate que supuso la primera y segunda gran batalla contra los Tinos. Las Salchichas Carnívoras realmente no hacían daño a nadie ya que no había ningún Pepo al que morder pero en respuesta a los ataques de las Mariposillas Asesinas y de los Sapos decidieron atacar. Para ello llamaron a los Panes Redondos con los cuales ya se habían aliado anteriormente para que les ayudaran. El sistema de ataque de estos era muy simple. Un par de salchichas se introducían en los Panes Redondos y entonces estos se lanzaban pendiente abajo rodando y rodando mientras que las Salchichas permanecían muy atentas para dispararse en cualquier momento contra sus enemigos. El problema es que el enemigo debía estar siempre al finalizar una pendiente ya que sino los Panes Redondos no podrían llegar y tendrían que llamar a los Dioses Lakitu para que les transportaran con una pequeña caña de pescar al lugar deseado pero los Dioses estaban muy ocupados en esos momentos haciendo ganchillo y sería mejor no depender mucho de ellos.
Mientras tanto Pepo seguía en su alcantarilla moldeando más y más figuritas de salchichón. Debía tener cientos, quizá miles, pero ninguna tenía ningún significado concreto para él. Oía encima de él a las multitudes correr y gritar, pero él seguía enzarzado en su continua lucha por fabricar más y más figuritas de salchichón. Cierto día tuvo un presentimiento muy fuerte y se levantó histérico del cubo en el que dormía y fue corriendo hasta su almacén de figuritas, las cogió y las fue encajando entre ellas y... ¡¡Encajaban perfectamente!!. Comenzó a juntarlas y cuando las hubo encajado todas las contempló, se puso de rodillas y comenzó a llorar...
Entre tanto, las naves transportadoras de Tinos se acercaban al planeta. Era la primera vez que tenían que utilizar este método. En la antigüedad siempre habían tenido alguna colonia en el planeta y no habían necesitado transportar tropas, y cuando realmente lo necesitaban usaban el cañón de lanzamiento de basura espacial para enviarlos hasta allí. Las penalidades que sufrían las tropas viajando por el espacio así como el duro impacto que recibían al aterrizar y que casi siempre los dejaba inservibles hizó que en esta ocasión se optará por usar las nuevas naves transportadoras.
Se dirigía hacia el planeta 30 naves transportadoras, 20 de ellas llenas de Tinotantes hibrídos de máquina y Tino con la cabeza gigante y armas implantadas por todo el cuerpo y 10 de ellas llenas de Tinotanques, más lentos pero más destructivos. Venían volando y protegiendo a las naves los Tinos alados y cinco naves más de aprovisionamiento llenas de aguacates explosivos, boniatos inteligentes y remolachas ácidas para que fueran utilizadas en tierra por los Tinotantes.
Todavía les quedaba bastante tiempo para llegar, unos meses, dos o tres. El viaje era largo y, además, los Tinos alados tenían que repostar cada muy pocos kilómetros y como no había en el espacio ningún sitio donde hacerlo se veían obligados a volver al planeta de nuevo para hacerlo. Por si acaso un contingente de apoyo de otras 10 naves transportadoras llenas de Tinotanques salían cada día para ir llegando más tarde que las otras cuando ya hubiera empezado la batalla.
Pepo aún estaba llorando. Todas esas figuritas que había estado creando incesantemente no eran otra cosa más que partes de él mismo: se había construido de salchichón, pero lo que realmente le aterraba era que en la estatua de salchichón tenía la cabeza de un Tino, y sobre todo, la plaquita conmemorativa de debajo en la que se podía leer: "Únete a tu gran padre, El Gran Cabeza". ¿Cómo podía ser su padre aquel ser tan despreciable? No se sabía nada de él, y, sobre todo, era un Tino. ¿Sería cierto?. Todas estas dudas pasaron por su mente, y en aquel momento se vió reflejado en una gran butifarra con su nuevo aspecto de La Mierda y se dijo a sí mismo:
- Vamos, tengo un reino que proteger.
Pepo arrancó como pudo (Pues ya no tenía esas garras de antes) las morcillas que había puesto atrancando la puerta, si bien después se dio cuenta de que las alcantarillas no tienen puertas, así que probablemente estuvo durante horas tratando de quitar las morcillas que atrancaban a una rata. Tras este incidente se dirigió a la tapa de la alcantarilla y desatornilló las zanahorias con las que los subditos habían sellado la alcantarilla bajo las ordenes de Pepo. Salió a la superficie al fin. Tras largos meses de creaciones de figuritas de salchichón Pepo volvía a ver lucir en lo alto la estrella Zetoplasma. Hacía un día precioso, Zetoplasma brillaba en lo alto como nunca lo había hecho antes, el viento tocaba melodiosas musicas al soplar por las calles, las estrellas del cielo bailaban y de la tierra salían fuegos artificiales que iluminaban la atmósfera. Recuerdos de su juventud le pasaron por la cabeza: Recordó cuando estaba en su pequeña aldea dentro de la civilización PEP...
Hacía poco tiempo que su padre lo había recogido en la cestita del río, llevaba poco tiempo siendo un Pepo y por las expresiones y gestos que Pepo hacía creyeron sus padres al principio que era ciertamente estúpido o, si no, por lo menos, un paralítico cerebral y le hicieron a Pepo pasar por diferentes pruebas para averiguar cuál era su problema.
A él le contaban que la aldea necesitaba de su ayuda... Que sin él nada sería posible... Etc... Y Pepo accedía a hacer unos "Trabajillos" mientras sus padres tomaban notas sobre su conducta y después se los daban al sabio para que los interpretará. Una hoja de apuntes era algo parecido a:
Mision: |
Contar estrellas segun colores. |
Participa: |
Pepo. |
Observa: |
Papotronico, su padre. |
Comentarios: |
No solo no sabe contar mas alla del 2, sino que estuvo incesantemente confundiendo el rojo con el verde, el verde con el azul y el azul con el rojo. En cierto momento le oi decir que queria coger las estrellas para ponerlas en montones y contarlas mas tarde y empezo a estirarse tratando de cogerlas. Luego se comio a nuestro gato por equivocacion cuando iba a coger su bocadillo y para lavarse la boca la puso sobre la hierba y empezo a andar en circulos. Luego hablo el solo durante un momento discutiendo sobre el color de una estrella y despues se enzarzo en una pelea consigo mismo. Temo por su vida, cada dia que pasa tiene la cabeza mas dura por los puñetazos que se mete. |
Conclusion del sabio: |
Ese niño es completamente estupido, no se de donde lo habran sacado, pero seria casi mejor que lo devolvieran, es un peligro para todos, incluso para el mismo. |
Calificacion: |
Tonto |
Observaciones: |
Sus posibilidades de ascension en la escala social se veran muy limitadas, por no decir imposibles. |
Confiando en la capacidad de su recién adquirido hijo, la familia Papotrónico lo trató como uno más desde el principio. Le alimentó con las sobras de lo que ellos comían, le escupió en la cara cuando tenía sed, le pegaron palizas cuando se levantaban de mal humor, le obligaban a ir a Misa todos los domingos y en caso de que alguien en el poblado necesitará un órgano ofrecerían a Pepo como donante voluntario. Como al resto de la familia, Papotrónico, siempre le decía que no importaba lo tonto que fuera, que lo único importante era que cuando viera un Tino, lo matara. Si su padre se enterara de que en verdad era hijo de un Tino probablemente no lo hubiera acogido, a lo mejor incluso, lo hubiera matado. Él odiaba a los Tinos. Mataron a su abuelo aún antes de la 1ª Gran Guerra contra los Tinos cuando éstos tenían tan solo colonias en el planeta que habían sido cedidas por los Pepos por un acuerdo por escrito en el que los Tinos se comprometían a no molestar para nada a los Pepos y a alimentarse a partir de las miguitas de pan que los Pepos tiraran en la plaza, pero en la práctica nada de esto valía de nada y había continuos altercados entre las dos razas. Su abuelo murió en una pelea en una taberna. Él aseguraba que el pollo más grande que nunca había comido era realmente el más grande del universo y un Tino que estaba borracho de lentejas aseguraba que en su país había pollos mucho más grandes, y que él se los había comido a todos. Rápidamente empezó una pelea. El abuelo era más débil, pero el Tino estaba completamente borracho y sus movimientos eran muy lentos y torpes, pero de todas maneras, bastante efectivos. Unos cuantos puñetazos... Patadas... Y al final en un forcejeo el abuelo le desinfló la cabeza y salieron los dos volando por la ventana. Nunca más se supo de ellos, cuando subieron a los 5.000 pies de altitud se les perdió el rastro.
Pero a lo que Pepo le recordaba aquel día tan brillante era al día en el que sus padres le encomendaron ir a vaciar el mar. Llevaba ya hechos varios trabajos por aquella zona, pero ninguno de tanto calibre ni tanta responsabilidad como ese. En verdad llevaban ya un tiempo aprovechándose del pobre Pepo y todo trabajo que requiriese un esfuerzo físico (Que no mental) en el área JF2 era realizado por él. Al levantarse el Sol por el horizonte Pepo salió a comenzar la operación de vaciado mientras que su padre se limitaba a observar y apuntar. El informe presentado para el gran sabio fué el siguiente:
Mision: |
Vaciar el mar. |
Participa: |
Pepo. |
Observa: |
Papotronico, su padre. |
Comentarios: |
Despues de 7 dias
por fin Pepo se decidio por el instrumento a utilizar para el
vaciado. Despues de desechar la bomba de agua de 50 mega-tinos de
potencia, el cubo gigante automatico y los 250 millones de
instrumentos que su padre le habia comprado esplicitamente para el
vaciado del mar decidio elegir un tenedor y un cuchillo. Puesto
que la decision no podia ser de nadie que no fuera el se prosiguio
con la operacion. |
Conclusion del sabio: |
Es tonto, pero tonto, tonto, tonto. |
Calificacion: |
Tonto tonto |
Observaciones: |
Tonto, tonto, tonto. |
Muchas otras misiones fueron encomendadas a Pepo pero ninguna con éxito. Al ver que fallaba se decidió comenzar desde el principio.
Se le encomendó meter la cabeza en un cubo durante un periodo de tiempo pero Pepo no lo logró, metía la cabeza pero luego se asustaba por no ver nada y se lo quitaba rapidamente para asegurarse de que aún veía.
Otras veces olvidaba donde estaba su cabeza e intentaba meter los pies.
Alguna que otra vez, se supone que por la frustración que todo aquello le proporcionaba se puso una cortina rodeándose el cuello y comenzó a correr por la habitación asegurando ser una croqueta.
Los resultados estaban más que claros y cada día la evidencia de que Pepo era tonto del culo parecía más cercana...
Cierto día Pepo fué a la cocina a coger una bolsa de patatas quedándose encerrado en el mueble por error (Creyó que era una bolsa de patatas y se encerró para mantenerse fresco y crujiente) y allí se quedó durante largo tiempo. Intentando ver las diferencias que había entre el y las bolsas de patatas que le rodeaban, pero después de horas de ardua búsqueda no encontró ninguna así que se quedó acurrucado durante días deseando que alguien que quisiera patatas le eligiera a él antes que a las otras bolsas de al lado suyo sin embargo esto jamás ocurrió... la gente pasaba y cogía a las otras bolsas de patatas dejando al pobre Pepo ahí sentado...
Pero, ya estaba bien de desaprovechar el tiempo con recuerdos del pasado... Hacía un día demasiado bueno como para desaprovecharlo de aquella manera, la iluminación de Zetoplasma, la temperatura cálida del ambiente... Podía decirse que era un día perfecto allí en el planeta Pepo, de los que no pasan todos los días. Sin embargo estaba siendo desaprovechado por todos sus habitantes que corrían y se perseguían entre ellos sin razón aparente. Pepo corrió por las calles esquivando los cócteles Pepotov que iban de un lado a otro de las calles tratando de llegar a la plaza para desde allí lanzar un discurso a la nación, pero una sandia le impactó en la cabeza y cayó al suelo inconsciente... Sin reconocerle, los Pepos y Tinos seguían persiguiéndose y pisoteando de vez en cuando la cabeza del pobre Pepo...
Mientras tanto las hordas de Tinos continuaban acercándose al planeta. Las naves se habían multiplicado por cien, añadiéndose naves de ataque, infinidad de transportadores con tropas tan sofisticadas que ni siquiera ellos sabían controlar y también naves de repostaje de combustible, con lo que los pronósticos de llegada al planeta Pepo se quedaron en pocas semanas.
Pepo despertó al cabo de un rato. Estaba en un lugar extraño... Había Chupa-Chups colgando del techo, dos árboles de gominola en la puerta y un intenso olor a fabada y chistorra perfumaban la sala. Pepo sintió una paz interior que no sentía desde su conversión a Superpepo.
Se le acercó un calvo:
- Hola helmano.
- Ehh... ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué soy tan estúpido? ¿Cómo puedo lavar las manchas de pintura en la ropa delicada? ¿Como...?.
- No te pleocupes pol nada. Soy un monje Tinotano, aquí encontlalas la paz espilitual de tu alma y cuelpo. Sígueme.
Pepo se levantó sin dudarlo dos veces de la cama espiritual en la que los monjes Tinotanos le habían tumbado y siguió al misterioso calvo por los largos pasillos del monasterio. Según iba avanzando el olor a fabada y chistorra fue dejando paso a un agradable olor a chorizo y salchichón. Cuando el olor se hizo tan intenso que casi podían verse las rodajas de salchichón volando en el aire le dijo el calvo:
- Helmano, esta es tu habitación espilitual. Entla y acomódate.
- Pero... ese olor... ¡¡¡SALCHICHÓN!!!, ¡¡QUÉ DETALLE!!, ¡¡HABÉIS TAPIZADO MI HABITACIÓN CON SALCHICHÓN!!, ¡¡INCLUSO LOS MUEBLES!!, ¡¡QUE GOZADA!!, ¡MUCHAS GRACIAS!.
- No tienes pol que dálnoslas. Solo deseamos lo mejol pala nuestlos visitantes espilituales. Espela diviltíendote como puedas hasta la hola del té espilitual. Tienes toda la tlilogía de películas de los Powel Langels debajo de la almohada. Adiós helmano.
Aquello le parecía un sueño a Pepo. Por fin tenía una habitación tapizada con salchichón como siempre había querido, que tantas veces pidió a sus padres y que nunca pudo crear en las alcantarillas cuando creaba las figuritas porque ensimismado en la creación sin límite no tenía tiempo para tapizar nada. Aún así ni siquiera en sus sueños habría sido capaz nunca de imaginarse una habitación tan maravillosa, porque no solo tenía las paredes de salchichón, sino que los muebles eran de una aleación de chorizo y salchichón muy resistente y había una gran pila de salchichón sobre la mesa sin duda disponible para que Pepo pudiera continuar con su creación de figuritas. Se sentó en la cómoda (y pringosa) silla de chorizo y pasó el rato creando figuritas de salchichón que después derribaba de un manotazo, se comía el salchichón, lo escupía, y de nuevo vuelta a empezar.
Ya no tenía la misma magia que antes creando figuritas de salchichón, le faltaba algo. Quizá lo único que podría ayudarle a continuar con su proyecto de creación de figuritas sería descifrar el enigma que había creado en las alcantarillas juntando todas las figuritas que había creado, es decir, la imagen de él mismo con la cabeza de un Tino y la inscripción: "Únete a tu gran padre, el GRAN CABEZA".
Comprendiendo esto dejó de crear figuritas y se tumbó en su cómoda cama de salchichón a recapacitar, pero cuando se disponía a activar su cerebro, que llevaba toda su vida sin ser activado, entró el calvo en la habitación y le invitó a tomar el té espiritual:
- Hola helmano. Veo que ya has complendido tu futulo, pelo aún no has asimilado tu pasado. Sígueme hasta la habitación espilitual pala tomal el té y te explicalé todo más detenidamente.
Y le siguió fuera de la habitación, bajando unas escaleras de caracol de varios centenares de escalones, a través de intrigantes puertas con cerrojos y claves secretas y por fin llegaron hasta la puerta en la que un cartel advertía "SALA DE TÉ ESPILITUAL, SE PLOHIBE LA ENTLADA A MENOLES DE 4 CABEZAS DE VACA". Al ver esto Pepo tuvo que decir:
- ¡Me dejé las cabezas de vaca en la alcantarilla! ¡¡Tengo que volver por ellas!!.
- No te pleocupes helmano, aquí todos conocemos tu histolia pasada, plesente y futula. No nos hacen falta tus cabezas de vaca pala sabel que existen. Pasa pol favol.
Y entraron en la sala. Aquí el olor a chorizo y salchichón no se apreciaba ya, solo el té era lo único que se podía oler, ver, tocar, oir y comer en esa sala. Las paredes y muebles estaban hechas de té, olía a té y tambíen sonaba a té la habitación. Le pareció muy extraño a Pepo todo esto.
- No te pleocupes pol nada. El té no puede hacelte daño, al menos no mientlas no le insultes. Pelo ahola siéntate en tu silla de té espilitual que tengo algo que contalte.
- ¿Algo sobre qué?.
- Algo soble tí. Algo soble tu familia, tu pueblo, tu histolia. ¿Quieles que te lo cuente o vas a hacel como aquel flacasado que vino aquí hace tiempo?
- ¿Qué fracasado?.
- Un tal Constantino Lamos Blás. Vino hasta aquí desde lejanas tielas con un peine mágico, una calabaza gigante y una plaquita en la que ponía "YO SOY EL MÁS ESTÚPIDO" y pletendía que le dielamos pol el mismo plecio paz espilitual y chocolate con chulos.
- ¿Y que pasó?.
- Al final accedimos y nos quedamos con su peine mágico a cambio de que le contalamos su futulo, pelo cuando lo hicimos no nos quiso cleer y se lalgó lejos de aquí, al otlo monastelio Tinotano de al otlo lado de las montañas. Esos no palan de quitalnos los clientes. ¡¡Si tuviela unas tenazas le cogelia de las p...!!.
- ¿Tan terrible era su futuro? ¿Qué decía?.
- No te lo puedo decil todavía. Algún día lo adivinalas tu solito, ya que vuestlas vidas están espilitualmente unidas pol lazos entle las estlellas...
- ¿Qué?.
- Quielo decil que te vayas al otlo monastelio a pleguntal, yo no me acueldo ni de lo que he hecho esta mañana...
- ¿No me iba a contar la historia de mi vida?.
- Ah, si, pelo debelías tlael contigo a Constantino pala que entiendas mejol lo que te voy a contal, pala que él complenda que lo que le dije ela cielto y, soble todo, pala ganal el doble de pasta. Toma, llévate su peine mágico, aquí ya no quedan ancianitas a las que electlocutal, así sablá que vas en selio. Además, el peine a mí no me selvilía de mucho...
- Muchas gracias, señor...
- Rodolfo Ratorriváceo
- Un momento... ¡¡Has dicho tres erres!!!
- Eeeh... ehhh... pequeño saltamontes... cleo que tienes que ilte lápido.
- Pero...
- Vete.
- Pero...
- ¡¡COÑO!!, ¡¡¡QUE TE VAYAS!!!, ¡¡¡¿ES QUE HAY QUE DECÍRTELO TODO CUATRO VECES O QUÉ?!!!.
Pepo salió corriendo de la sala del té espiritual, no sin antes haberse bebido una mesa entera, y salió del monasterio Tinotano a la calle principal. Tenía que encontrar a Constantino...
CONTINUARA....
Ivan Ramirez - ivanr@arrakis.es
Ivan Salmeron - davivan@mad.servicom.es
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